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Actualizado: 18 de julio de 2025


Se ha nombrado la palabra gobiernos, porque algunas provincias tienen gobernador militar, y parece conveniente dejarlas asi para premiar méritos y servicios de antiguos y honrados militares que los han prestado en aquellos paises; asi, pues, parece cómoda y adecuada division de las provincias de Filipinas la siguiente clasificacion: OBSERVACIONES.

Muchos militares... Grandes partidas de dominó y de billar. Cuestiones de honor. Toros. Juergas. Broncas. Nubes de limpiabotas, de vendedoras de décimos de la Lotería, de gitanas que dicen la buenaventura, de músicos ambulantes, de ciegos, de cojos, de paralíticos... Indudablemente, España no ha cambiado. Y es posible que nosotros mismos no hayamos cambiado tampoco.

Allí entregan las varas y bastones a los alcaldes y demás cabildantes nuevamente nombrados, y a los oficiales militares las insignias correspondientes; desde allí van a misa, y después a casa del administrador a hacerse presente, el que les encarga el cumplimiento de su obligación; y si no está ya extendido el acuerdo de las elecciones, lo extiende, y firmado de los electores, que dicen siempre que todos unánimes y a pluralidad de votos han elegido y nombrado a los contenidos, se remite al gobernador de la provincia para su aprobación; para los demás empleos que no son de cabildo basta el visto bueno del teniente gobernador del departamento.

Hasta el presente dicho sea en honor de la verdad todos los militares del Tío Sam, desde los de más elevada jerarquía hasta el más humilde soldado, han procedido con exquisito tacto y corrección intachable; pero ya conocemos á los americanos del ejército, sabemos lo impertinentes que suelen ponerse, y cualquiera impertinencia en los actuales momentos podría originar un verdadero lío de funestas consecuencias para todos.

Así los que aborrecian á todos aquellos que observaban la lei de Moisés, i negaban á los que descendian de ellos la entrada en las dignidades eclesiásticas i en las órdenes militares, ya querian abrirles franca puerta, solamente por una ficcion que era agradable á sus ojos. ¡Tanto puede una noticia que traiga consigo apariencias de verdad, i que alcance la ventura de ser acreditada por personas ilustres en la sangre, insignes en los hechos i doctas en los escritos!

Ella conocía las opiniones de algunos militares de países neutros; había hablado en Biarritz con personas de gran competencia; sabía lo que decían los periódicos de Alemania. Nadie creía allá en lo del Marne. El público ni siquiera conocía esta batalla. ¿Tu hermana dice eso? interrumpía Desnoyers, pálido por la sorpresa y la cólera.

La misma vida vegetativa, brumosa, soñolienta; las mismas tertulias en las trastiendas libando con deleite la miel de la murmuración. Los apodos soeces pesando siempre como losa de plomo sobre la felicidad de algunas respetables familias. En el Bombé, las tardes de sol, los mismos grupos de clérigos y militares paseando desplegados en ala.

Después Quiroga, como Rosas, como todas esas víboras que han medrado a la sombra de los laureles de la patria, se ha hecho notar por su odio a los militares de la independencia, en los que uno y otro han hecho una horrible matanza. Facundo, desertando de Buenos Aires, se encamina a las provincias con tres compañeros.

Eso preguntaba yo, añadió otro: decía que debía ir un civil, uno que no tenga preocupaciones militares... un zapatero por ejemplo... Eso es, repuso un importador de zapatos; pero como no es cosa de enviar á un indio ni á un macanista y el único zapatero peninsular ha pedido tales dietas...

A cada paso tiraba de las riendas nerviosamente, con gran escándalo de la buena yegua, acostumbrada a más consideraciones. Trae muchacho decía entonces el notario, los militares tenéis la mano dura. ¡Dura! nunca lo sería bastante para castigar al que se había atrevido a tocar a la tía Liette.

Palabra del Dia

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