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Actualizado: 19 de noviembre de 2025
Julián ponía a Dios por testigo de que deseaba esto último, si bien al pensar qué podía suceder le entraba una hipocondría mortal. La idea de no ver más a nené durante meses o años, de no tenerla en las rodillas montada a caballito, de quedarse allí, frente a frente con Sabel, como en oscuro pozo habitado por una sabandija, le era intolerable.
Juanita, yo doy por recibidos los ocho mil reales que me robaron con tal que tú me firmes un pagaré, que vencerá dentro de seis meses, por la expresada cantidad, más un pequeño tanto por ciento. Mil gracias, señor don Ramón dijo Juanita . Escriba usted los dos documentos.
Nos veremos dentro de tres meses, dijo Vesín, pues no emplearán ustedes más tiempo en ir y volver. Si entonces puedo serles útil en algo, tendré en ello mucho placer! Amigo mío, si logramos nuestro propósito, vendremos tan llenos de pruebas que será imposible rehusarnos justicia. Amén, dijo el magistrado. Buen viaje y hasta la vuelta.
Una vez cada seis meses entrábamos en este sitio todos juntos y elegíamos una cierta cantidad de joyas y otros artículos de valor, los cuales eran enviados, por diferentes vías, a los puntos convenientes: las joyas a Amsterdam, para ser vendidas, y los demás artículos a las grandes casas de remates de París, Bruselas y Londres, mientras otros objetos iban a parar a las manos de famosos comerciantes y coleccionistas de antigüedades.
A los seis meses ambos maridos eran destinados al ejército del Norte y salían de Madrid dejando a sus mujeres poseídas de la más amarga tristeza, y embarazadas del mismo tiempo. Hacia los primeros días de 1874, la desgracia cayó sobre ellas en forma irremediable y terrible. Un extraordinario de un periódico les dio repentina y brutalmente la noticia.
Sacramento encontró marido a los pocos meses de cesar el aislamiento y retiro impuesto por el luto de sus padres.
Tú comprenderás, hace tiempo he perdido sobre ella mi autoridad de madre. Por cierto, en estos últimos meses cambió mucho; se hizo muy buena y muy compañera con Raquel. Antes casi no se hablaban. No sé si ahora Raquel me oculta algo. Eso de volver a comprometerse así, de un día para otro, y pretender que ha de casarse ya mismo, podría significar un simple capricho.
En los primeros meses los agasajos y la dulzura que emplea todo el que trata de persuadir, hicieron su efecto, predisponiendo los ánimos á la protección de que fué objeto la misión. Más tarde surgieron varios conflictos, creados primeramente por la intemperancia del magnate, el cual, oyendo un día y otro las excelencias del bautismo, quiso fuese patrimonio exclusivo de ellos y sus hijos.
Toda la vida se concentraba en sus ojos. Un médico militar que venía conmigo me confirmó su identidad. Es la señorita de Maxeville: una joven del gran mundo antes de la guerra. El doctor sólo la conocía algunos meses. Había presenciado la muerte de la otra, una muerte horrible, cuyo recuerdo le estremecía aún.
La mesa era servida lujosamente en el gran dormitorio, y ella, metida entre sábanas, con los platos á su alcance sobre un velador, reía y conversaba con los convidados. Transcurrían para ella meses enteros sin ver el exterior de su casa, olvidando los costosos objetos que su capricho había amontonado en las habitaciones.
Palabra del Dia
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