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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Digo, la Humanidad no, porque es Dios... los hombres, los prójimos, nosotros, que somos todos muy pillos, y por eso nos pasa lo que nos pasa.... Bien merecido nos está... bien merecido nos está.» Acordóse entonces de que al día siguiente era domingo y no había extendido los recibos para cobrar los alquileres de su casa.
Hete dicho esto, porque de la primera encina o roble que se me depare pienso desgajar otro tronco tal y tan bueno como aquél, que me imagino y pienso hacer con él tales hazañas, que tú te tengas por bien afortunado de haber merecido venir a vellas y a ser testigo de cosas que apenas podrán ser creídas.
Pero como ellos no habían de arreglarlo a su gusto, más cuenta les tenía no pensar en tal cosa, y buscarse cada cual su mendrugo de pan como pudiera, hasta que viniese la muerte y después Dios a dar a cada uno su merecido. Por fin, con extraordinaria gravedad y tono de convicción profunda, Almudena dijo a su amiga que todos los dinerales de D. Carlos podían ser de ella, si quisiera.
Había oído que la vida del Rey estuvo en peligro, y que Carlos, por medio de su ciencia, la había salvado. Carlos no me había dicho que el estudio y el trabajo le habían abierto una carrera, y aunque conocía su aptitud para todas las ciencias, ignoraba que la medicina le hubiese conducido a la fortuna y al merecido renombre de que gozaba.
Quería aceptar, casi sufrir, ¿no es cierto? como un castigo merecido, hasta el último, las consecuencias de su error... Pero si eso le había sido posible antes de conocer a usted, ¿cómo no recuperó su libertad el día que otra esperanza la sonrió? Sí, ¿por qué no la recuperó? replicó Vérod, como hablando consigo mismo. ¿Usted no sospechó el motivo? Ella misma me lo dijo. ¿Y fue?...
Al piè de treinta dias anduvieron, Al cabo del cual tiempo han acordado Volverse dó primero ya salido Habian, por pagar su merecido. Los nécios, pues, traian confianza, De conseguir perdon de su delito: En vano les saliera su esperanza, Qué voz horrenda suena y crudo grito.
Gloria, que no sin dolor y envidia reconoció negada a los suyos, el propio Josefo, cuando escribe: que fue no pequeño don de la clemencia Romana, la participación de su nombre a los vencidos: los Españoles antiguos dice, los Tirrenos y los Sabinos, Romanos se llaman. Solo los Judíos son y se llaman en todas partes Judíos, sin que jamás hayan merecido la gloria de Romanos.
Además, le debo un reconocimiento particular; sé que ha sido usted consultado á propósito de mis pretensiones á la mano de la señorita Laroque, y que puedo jactarme de su apreciación. ¡Dios mío! señor, pienso no haber merecido... ¡Oh! sé replicó riendo que no ha abundado en mi favor; pero en fin, no me ha perjudicado. Confieso también que me ha dado pruebas de una sagacidad real.
Cada uno lleva su merecido dijo Momo ; esa embrollona descastada había de parar en mal: no podía eso marrar. Si no estuviese cansado, iba sobre la marcha a contárselo a Ratón Pérez. Capítulo XXV No tardó en esparcirse por todo el lugar la voz de que la hija del pescador había sido asesinada.
Pero además de esta, tengo otra, no menor, que dar en el sublime juicio del generoso padre de V. A., nuestro amabilísimo Monarca. También su elevado dictamen ha juzgado grandes los afanes de los Jesuitas, y los frutos de ellos han merecido su aprobación, su patrocinio, sus influjos y sus liberalidades, y no puede ser pequeño lo que ha podido merecer tanto.
Palabra del Dia
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