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Actualizado: 23 de junio de 2025


Siete años duró el matrimonio, y su único fruto fue Juanito, a quien pusieron tal nombre por apadrinarle el hermano de Manolita, o más bien, doña Manuela, pues el estado de maternidad, ensanchando sus macizas carnes de matrona, habíanla dado un aspecto respetable y majestuoso. Aquel marido aceptado en un arrebato de ira, no llegó a inspirarla amor mereció la tierna simpatía del agradecimiento.

-Hermano mío -dijo el cura-, estos dos libros son mentirosos y están llenos de disparates y devaneos; y este del Gran Capitán es historia verdadera, y tiene los hechos de Gonzalo Hernández de Córdoba, el cual, por sus muchas y grandes hazañas, mereció ser llamado de todo el mundo Gran Capitán, renombre famoso y claro, y dél sólo merecido.

En torno de una mesa vio sentados a sus tres compatriotas, los graves y honrados comerciantes que le regalaban buenos consejos. Saludo a sus respetables firmas sociales dijo tomando asiento junto a ellos. Pero como interrumpía una conversación interesante, sólo mereció varios gruñidos a guisa de saludo.

Con Arabeseos e Historias breves inició brillantemente su carrera literaria, en la que, a pesar de estar en sus comienzos, ha logrado éxitos de resonancia con I Viceré y con este Espasmo que hoy ofrecemos a los lectores argentinos, y cuya traducción directa del idioma en que fue escrito mereció de nuestra parte especial cuidado.

Los elogios que se mereció con sus valerosas hazañas y acreditado gobierno fueron tantos, que apenas hay historiador que le mencione, que no prorrumpa en alabanzas suyas. Murió de enfermedad; pero coronado de laureles y en brazos de la fama, en el campo de Goch de la Provincia de Cleves en el año 1635, después de haber derrotado dos ejércitos enemigos, á los 49 años de edad.

Acá, nosotros, estamos cargados con la maldición y el castigo que mereció el pecado del primer hombre; pero ¿qué pecado cometieron el Adán y Eva de los burros, para que estos pobres animales tengan la vida mortificada? ¡Eso me pasma! Se comerían la peladura de la manzana dijo Momo con una carcajada como un redoble de bombo. Encontraron entonces a Manuel y a José, que iban de vuelta al convento.

El vino, Fermín, es la bebida universal por excelencia, la más sana de todas la que el hombre usa para su nutrición o su recreo. Es la bebida que mereció los honores de la embriaguez de todo un dios del paganismo. Es la bebida cantada por los poetas griegos y romanos, la celebrada por los pintores, la ensalzada por los médicos.

Entre los juicios que esta obra mereció, cuando vio la luz pública, se encuentra el siguiente, que expresa, con particular acierto, el concepto ideológico y la finalidad moral a que «Transfusión» responde: «Rosario, julio 15 de 1908. Señor Enrique de Vedia. Buenos Aires.

No hemos averiguado, en vista de lo remoto de la fecha en que fue bautizada, el porqué mereció el nombre de Golondrina, pues nos consta que jamás hizo el menor esfuerzo, no ya para volar, pero ni aun para correr; ni nunca se le notó en otoño la más mínima inclinación a trasladarse a las regiones del África.

Fué tan notable la compasión, que se mereció con muchos, que la generosa piedad del Excelentísimo Señor Marqués de Leganés, no pudo dejar de probar la mano, interponiendo su autoridad con recaudo a los Señores Inquisidores, para que, si fuese posible, se le perdonara la vida.

Palabra del Dia

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