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Actualizado: 20 de mayo de 2025
La Dorotea soltó una larga carcajada. Pues no os amo, ni os he amado nunca, ni os puedo amar dijo inmediatamente después de la carcajada. ¡Señora! dijo el duque pálido de cólera. No me llaméis señora, ya os lo he dicho; llamadme Dorotea; no os irritéis tampoco; debéis apreciar el que yo os diga la verdad. Y además, si no os amo, no es porque no quiero amaros, sino porque no lo merecéis.
Tristán de Horla, continuó éste, en los dos meses de vuestro noviciado habéis dado pruebas evidentes de perversidad y de que por ningún concepto merecéis vestir el blanco hábito símbolo de un espíritu sin mancha.
¡Señor! ¡señor! exclamó Montiño arrojándose á los pies del duque y con los brazos abiertos ; puesto que lo sois todo en España, y que yo soy inocente, porque quien mata sin querer no mata, salvadme, señor, salvadme. Levantáos, levantáos, Montiño, y nada temáis; se le echará tierra al muerto, se romperá el proceso... ¡Ah señor! ¡piadoso señor! ¡Mi vida!... Merecéis que se os ampare.
¿Y cómo se llama? Juan Martínez Montiño. ¡Ah! ¿es pariente del cocinero del rey? Su sobrino carnal, hijo de su hermano. Don Francisco, no merecéis que yo os hable con lisura. ¿Por qué? Porque vos no sois conmigo liso y llano. Cogedme en un renuncio. Estáis cogido. ¿Por dónde? Por ese mancebo. ¿Y por qué? ¿Por qué? ¿no decís que es sobrino del cocinero mayor? Así resulta de su partida de bautismo.
¡Oh, cuánto, cuánto os amo aunque no lo merecéis! dijo la condesa. No os amo yo menos. Eso es mentira.
Yo misma indiqué al barón que os hiciera llamar, dijo la noble dama, porque tengo de vos los mejores informes y creo que merecéis entera confianza. Conozco algo vuestra historia; habéis vivido en el claustro y es bien que veáis ahora algo del mundo antes de elegir entre uno y otro. Precisamente, mi hijo necesita junto á sí una persona como vos, que vele por él, que lo atienda.
Ahorcados seais deshonradamente por mandado de la Reyna, como lo fué Aman por mandado de Ester, y el sueño que Aman soñó: y todo lo dicho os venga, si vosotros no os viniéredes de esse Reino: y seais todos malditos como digo, siendo y quedando mi casa y la gente de ella libre á paz, y á salvo de todas las cosas, mas con los buenos logros en estas tierras largas, y de promission, que por acá hay, y que vosotros no sois para gozarlas, ni mereceis ver.»
Más, mi bien, merecéis vos. ¿No es esto verdad? ABIND. ¡Ay, triste! JARIFA. Canta, amiga. ZARO. ¿Qué diré? JARIFA. ¿Qué extremo es ése? ¿Qué fué? CELIND. Di aquella que ayer dijiste. JARIFA. Cualquiera podréis decir. Mandadlos, señor, sentar. ABIND. Sentaos. JARIFA. ¡Tanto suspirar! ABIND. ¡Ay que estoy para morir! Canten.
Palabra del Dia
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