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Actualizado: 3 de junio de 2025


Los moriscos fueron llevados á presencia de Gonzalo Mendez, éste les hizo esclavos de los Reyes y como por una cédula de Sus Altezas estaba obligado á entregar 35 esclavos á los oficiales de la Contratación de Sevilla, dispuso que siguiesen el camino para esta ciudad ...» Ya en Sevilla fueron aposentados en las Atarazanas, mientras los Oficiales daban cuenta al Rey y se resolvía la proposición hecha por algunos «cristianos nuevos» que solicitaron de aquéllos que antes de subastarlos, se escribiese á sus parientes vecinos de Hornachos para que los rescatasen.

Anzuátegui, Torres, Iribarren, Rangel, Briceño Mendez, Plaza y el jefe de Estado Mayor Soublette fueron sus vocales, y todos aprobaron el proyecto con el mayor entusiasmo. Al momento se despachó un emisario á Paez, que estaba en Guasdualito, y otros fueron con instrucciones y órdenes á los demás generales que habia en Venezuela.

Puso Méndez su canoa a monte, le echó una quilla postiza, la dio de brea y sebo, clavó en la proa y la popa algunas tablas para que no se entrase el mar, como lo haría siendo rasa, montó un mástil con su vela y metió los mantenimientos necesarios para él, otro cristiano y seis indios, pues la canoa sólo podía cargar ocho personas.

Don José les perdonaría a los cantonales en su calaverada si aprovecharan el empuje de las fragatas para irse a Gibraltar y conquistar aquel pedazo de nuestro territorio, retenido por la pérfida Inglaterra. Si viviera Méndez Núñez, otro gallo nos cantara. Horrores del cura Santa Cruz. Doña Laura, como si fuera símbolo humano de la unidad y el honor de la patria, sucumbe en aquellos tristes días.

Tradición es, y aun lo afirman algunos historiadores autorizados, tales como Méndez Silva y Mariana, que el primer reloj de torre que se conoció en España lo tuvo Sevilla y que éste se instaló en 1400.

Méndez Núñez, Malcampo, Barcáiztegui, Apodaca, Madrazo, Ramos Izquierdo y otros bravos marinos que dieran á la patria días de gloria, son los encargados de mandar estas débiles embarcaciones, cuyos acerados cascos, dirigidos por manos expertas, dieran el golpe de gracia á la fiera chusma que durante tres siglos nos disputara el dominio de las Filipinas.

Nac. de París, Fr., 3.652, fols. 6 y 7. Colección Morel Fatio, núm. Ill.^e Sr. El Sr. Condestable mandó al Sr. Gil de Mesa, que embiássemos a V. m. al Perfumador Portugués. Llámase Manuel Mendez: es muy Honrrado y singular en su arte. Si el S.^r Condestable le quisiere ver, y q. le bese las manos, V. m. me haga md. de presentársele, y darnos El despacho de criado de su Ex.^a

¡No los he visto!... Yo suelo visitar a nuestras relaciones y las conoces, Lorenzo, sin encontrar jamás, así: ¡jamás! nada que no sea un «poker armado» o una acalorada discusión, entre damas y caballeros, sobre el costo del sombrero de fulanita; ¡pero, hombre! sin ir más lejos: la otra noche fui a lo de Méndez, ¿sabes? a lo de misia Edelmira, porque era día de recibir.

El Comendador de Badajoz, Gonzalo Mendez supo su intento y trató de impedirlo ... para lo cual envió en su persecución á Pedro Muñiz Alguacil de Mérida, quien al frente de algunos hombres de armas fué tras ellos y les dió alcance haciéndoles prisioneros.

Méndez era recibido por el más temible de los caciques en una choza que tenía por adorno trescientas cabezas de enemigos, y los asombraba cortándose en su presencia con unas tijeras pelos y barbas, operación mágica para los indígenas. Sus curaciones de llagas y otras enfermedades le valían el respeto de un brujo, y gracias a esto pudo vivir entre los indios, avisando a Colón de sus proyectos.

Palabra del Dia

rigoleto

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