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Actualizado: 6 de junio de 2025
Al dar cuenta de esta memoria el ya citado Menéndez y Pelayo, en el número de Enero último de la Revista critica de historia y literatura, amplifica y esclarece las noticias del Doctor Cian con no pocas más que demuestran la importancia y el valer de aquellos nuestros ilustres compatriotas. Los Padres Andrés, Arteaga, Eximeno y Masdeu son elogiados por el Dr.
Como observa el señor Menéndez Pidal en el dicho libro, es curioso que mientras Juan de la Cueva, convencido definidor del teatro nuevo, no tenía fuerza ni habilidad para imponerlo, Lope, de ideas más bien clásicas, fuera quien con su genio creador fundara uno de los dos más grandes teatros románticos de la humanidad.
"Lope dice el señor Menéndez Pidal en la obra citada supo encontrar la forma de comedia más adaptada al gusto nacional... Fijó el tipo y norma a los cuales podían recurrir con seguridad los genios de segundo orden, sin gastar ya sus fuerzas en tentativas divergentes, y así, en vez del desparramamiento anterior, el teatro conoció desde ahora e impuso a sus secuaces una fuerte unidad de gusto y orientación."
Sancho amenaza a don Tello contándole que ha derribado el álamo más fuerte y orgulloso de la alameda: símbolo que recuerda aquel de que se sirve el abad de San Ponce de Tomeras para abrir los ojos al rey don Ramiro el Monje, el de la campana de Huesca. Sobre esta leyenda, véase Menéndez y Pelayo, Ob. de Lope, VIII, XLV y sigs.
Menéndez, cuyos prólogos en cambio son encantadores y se leen con mayor interés y deleite que la más ingeniosa y apasionada novela.
El destino, en medio del deleite y de la gloria de ellos, los lleva a trágica muerte, pero en esta misma muerte trágica hay poco de tétrico y de sombrío, sino que hay algo de triunfo. Allí se ve el más alto extremo de lo que el Sr. Menéndez y Pelayo en otro reciente escrito suyo, sobre la Propaladia de Torres Naharro, llama la triunfante alegría del renacimiento español.
Y, francamente, nos parece hasta cómica la censura dirigida contra la Antología de poetas hispano-americanos del Sr. Menéndez y Pelayo, porque no incluya en ella, desdeñándolos, á no sé cuántos poetas de primera magnitud. Imposible parece que el Sr. Menéndez y Pelayo, que es tan erudito, no tuviese la menor noticia de esos grandes poetas.
Y antes que relegar a Menéndez a un lugar del verso indigno de su filantropía, prefirió renunciar al soneto. Esta falta de inspiración poética y de consonantes en éndez, no le desanimó ni ajó su orgullo de artista, que al fin no era muy grande; después de todo, si bien se miraba, la poesía está como reconcentrada en la música.
Este hecho "ha dado pie, juntamente con otros indicios, para que algunos atribuyan a Lope de Vega este grandioso drama". Menéndez y Pelayo, l. c., XXXIX. Pero la atribución de El condenado a Tirso puede sostenerse. Véase Menéndez Pidal y María Goyri, Teatro antiguo español, I, 149. Véase la nota 26. La frase debe entenderse: "estoy muy lejos de darlos, ya que yo mismo tengo necesidad de ellos."
Krapf, y le dan mayor realce y atractivo las variantes, el catálogo de las ediciones que de La Celestina se han hecho en español, en francés, en inglés, en holandés, en alemán, en latín y en italiano, y sobre todo una bella introducción, notas y apéndices de D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Nunca un libro, por original que sea, deja de tener antecedentes.
Palabra del Dia
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