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Actualizado: 28 de junio de 2025
Veía la corte de Valencia con sus poéticos jardines de Ruzafa, donde los poetas cantaban versos melancólicos a la decadencia del moro valenciano, escuchados por las hermosas, ocultas tras los altos rosales. Y después sobrevenía la catástrofe.
Y diciéndoles adiós con la mano y haciéndoles al mismo tiempo seña de que no le siguiesen, se metió en la estación uniéndose a la multitud que en aquella hora la llenaba. ¡Nada! ¡nada! ¡nada! murmuraba reclinado en el fondo de un coche mientras la locomotora le arrastraba velozmente al través de los campos adustos, melancólicos que cercan a Madrid.
Emprendió la marcha la arrogante tabernera, y Manolo le dió escolta á respetable distancia hasta la citada esquina. Allí se detuvo. Soledad, sin volverse, levantó el brazo é hizo un gracioso saludo de despedida. Uceda permaneció inmóvil hasta que la perdió de vista. Después, lentamente, sofocado por mil pensamientos melancólicos, hizo rumbo hacia la Cervecería inglesa. Disputa.
D. Bernardo estaba tan irritado con las tosquedades de su esposa, que no pudo decir ni hacer nada: siguió sentado con los ojos clavados en el plato mientras un enjambre de pensamientos sombríos y melancólicos relacionados con su desigual matrimonio, le bullía en la cabeza. Finalmente, fuéronse calmando poco a poco los ánimos que estaban irritados.
Las arpas y violines daban al ambiente un temblor patético y servían de fondo á las conversaciones, como los vagos murmullos de una orquesta oculta realzan en el teatro la salmodia de los versos melancólicos, arrancando lágrimas. Comieron con el apetito nervioso que proporciona la alegría.
En las tardes solitarias de estos últimos años, en que el alma antigua de este café parecía encantada, y el tedio tejía sus melancólicos telares, tal vez de la penumbra propicia surgían claras risas y frescas voces juveniles.
La soledad y el silencio, turbado sólo por estos ruidos melancólicos, influyen de una manera poderosa sobre el pensamiento, le concentran, le entristecen, le dan un giro especial en armonía con las impresiones externas. Quevedo meditaba lentamente.
En la práctica se observa que es muy conveniente á los temperamentos melancólicos, venosos, con constitucion gastada por los abusos de la mesa. Corresponde principalmente al sexo femenino ó al hombre en la edad madura y en la vejez.
Era un buen muchacho, grandullón, con los ojos azules y el pelo de color rojo, pesado, pero excelente persona. Tenía una buena voz, pero nos aburría tocando cosas tristes con su acordeón. Yo no sé cómo demonio sacaba unos sonidos tan lamentables y tan melancólicos a su fuelle. Casi el ruido más alegre de su instrumento era cuando le faltaba una nota, y parecía tener un ataque de asma.
Y la importante Relación coetánea del hecho, que existe manuscrita en la Colombina, dice al llegar á este punto, tratando del alboroto popular, que entonces se promovió: «El pueblo, considerando las embajadas tan continuas y rendimientos de la Real Audiencia, y que en su puntual hora la torre no hacía la señal para la procesión y que era llegado el medio día, se juntó todo en la plaza de san Francisco hasta la Iglesia Mayor, entrando unos y saliendo otros, contristados de ver se les frustraba al parecer el consuelo de ver por las calles la procesión y llegaron todos á hacer tan diversos como melancólicos y tristes discursos.
Palabra del Dia
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