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Actualizado: 29 de julio de 2025
Han de saber V. Mds. que estando hoy en San Salvador, llegó un niño a este pobrete, y le dijo que si era yo el alférez Joan de Lorenzana, y dijo que sí, atento a que le vio no sé qué cosa que traía en las manos. Llevómele, y dijo, nombrándome alférez: «Mire V. Md. qué le quiere este niño». Yo que luego entendí la flor, acepté.
Yo entonces le dije, tornándole a apartar: -Señor, perderse ha V. Md. si hace eso, porque antes importa que todos V. Mds. entren sin espadas, y uno a uno, que ellos están en los aposentos y traen pistoletes, y en viendo entrar con espadas, como saben que no la puede traer sino la justicia, dispararán. Con dagas es mejor, y cogerlos por detrás los brazos, que demasiados vamos.
Los dos, al fin, me desataron, y viendo el escribano que no había quién le ayudase, dijo: ¡Voto a Dios que esto no se puede hacer conmigo y que a no ser Vs. Mds. quien son les podría costar caro! Manden contentar estos testigos y echen de ver que les sirvo sin interés.
Los estudiantes dijeron: -Cene V. Md., que, entre tanto que a nosotros nos aderezan lo que hubiere, le serviremos a la mesa. ¡Jesús! -dijo don Diego-; V. Mds. se sienten, si son servidos. Y a esto respondieron los rufianes, no hablando con ellos: -Luego, mi señor, que aún no está todo a punto. Yo, cuando vi a los unos convidados y a los otros que se convidaban, afligíme y temí lo que sucedió.
Y ya que lo hubieron comido todo y que el cura repasaba los huesos de los otros, volvió el un rufián y dijo: -Oh, pecador de mí, no habemos dejado nada a los criados. Vengan aquí V. Mds. Ah, señor güésped, déles todo lo que hubiere; vea aquí un doblón.
Miró lo que era, y el mesonero adrede le riñó, diciendo: -Cuerpo de Dios, ¿no halló otra cosa que llevarse, padre, sino esa piedra? ¿Qué les parece a V. Mds., si yo no lo hubiera visto? Cosa es que estimo en más de cien ducados, porque es contra el dolor de estómago. Juraba y perjuraba diciendo que no había metido él tal en la capilla.
Púseme colorado; nunca Dios lo permitiera, pues al instante se puso uno que estaba a mi lado las manos en las narices y apartándose, dijo: -Por resucitar está este Lázaro, según olisca. Y con esto todos se apartaron tapándose las narices. Yo, que me pensé escapar, puse las manos también y dije: -V. Mds. tienen razón, que huele muy mal.
Palabra del Dia
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