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Actualizado: 17 de junio de 2025


Esto ofenderá menos a la señora que las invenciones con que usted pretenda engañarla. ¡La verdad!... ¿está usted loco? Yo no digo la verdad aunque me maten... Corramos... ¿Habrán llegado ya las otras dos? ¡Jesús divino! Si ellas dicen una mentira distinta de la mía... Por eso lo mejor es decir la verdad. Eso ni pensarlo. Mamá nos mataría... A ver qué le parece a usted mi proyecto.

¿Quieres meterte la lengua en la faltriquera? le dijo impaciente su abuela; y volviéndose a Stein ; don Federico, procure usted examinarla sin que tenga que moverse, pues no lo hará aunque la maten.

Ahí está el germen de una alta obra moralizadora. ¡Qué lastima! Esa bohardilla, ese joven pobre que vive en ella, melancólicamente entretenido en contemplar a la dama del mirador... y pasan días, y la mira... y pasan noches, y la mira... ¡Que me maten si con eso no era yo capaz de hacer dos tomos! Y esa dama misteriosa... yo no diría quién era hasta el trigésimo capítulo.

La extraña doctrina que acabo de exponer, idéntica en Buckle y en Peñalosa, no puede refutarse o censurarse con ironía. Es menester desecharla con seriedad. No es asunto de burla. No. La riqueza y la prosperidad y la cultura no acuden a los pueblos, porque los pueblos abandonen a Dios y maten o vendan a sus príncipes.

Allá son demasiados, viven en montón, estorbándose unos á otros, la pitanza es escasa y se vuelven rabiosos con facilidad. ¡Viva la paz, gabacho, y la existencia tranquila! Donde uno se encuentre bien y no corra el peligro de que lo maten por cosas que no entiende, allí está su verdadera tierra.

En esto, con unas estopas ligeras de encenderse y apagarse, desde lejos, pendientes de una caña, les calentaban los rostros. Sancho, que sintió el calor, dijo: -Que me maten si no estamos ya en el lugar del fuego, o bien cerca, porque una gran parte de mi barba se me ha chamuscado, y estoy, señor, por descubrirme y ver en qué parte estamos.

La hermosa bestia de los tiempos primitivos, satisfecha de que los machos se maten por poseerla... Esto sólo se ve aquí. Y Aresti sonreía con la satisfacción del naturalista que contempla en su gabinete un animal extraordinario. Llegaban de Gallarta nuevos grupos atraídos por la noticia del asesinato. El juez mostraba prisa por ir con la pareja de miñones en busca de los criminales.

-Que me maten -dijo a esta sazón el ventero- si don Quijote, o don diablo, no ha dado alguna cuchillada en alguno de los cueros de vino tinto que a su cabecera estaban llenos, y el vino derramado debe de ser lo que le parece sangre a este buen hombre.

Pero Dios mirará por su pueblo, y deparará alguno que, si no tan bravo como los pasados andantes caballeros, a lo menos no les será inferior en el ánimo; y Dios me entiende, y no digo más. ¡Ay! -dijo a este punto la sobrina-; ¡que me maten si no quiere mi señor volver a ser caballero andante!

Oye, querido tornó á decir con resolución al cabo de un rato. Me voy en busca de ellos. ¿Quieres hacerme el favor de acompañarme? Una ola de vergüenza subió á las mejillas del caballero de Medina. ¿Yo?... ¿Qué dices?... No te apures, hijo manifestó la joven observando su turbación. Te lo he pedido porque, como dudo que Velázquez me defienda, es fácil que entre todos ellos me maten.

Palabra del Dia

rigoleto

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