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Actualizado: 11 de noviembre de 2025
Hoy existen en Filipinas, como ya hemos dicho, más de 70.000 chinos; todos ellos, salvo poquísimas excepciones, con el carácter de transeúntes, y esa masa de población que se renueva constantemente con todos los perjuicios que trae en pos de sí la accidentalidad, produce solo en los fumadores de anfión y registro de capitación más de 15 millones de reales anuales.
De sus intersticios a la par que brotan chorros de agua formados por vertientes naturales y por la condensación de la enorme masa de vapores que se desprenden del Salto, arrancan árboles de diversas clases, creciendo sobre el abismo con tranquila serenidad.
Los combates y las enfermedades diezmaban a los habitantes. Juan de la Cosa, el sabio piloto autor del primer mapa de las Indias, había muerto atado a un poste por los naturales, erizado de «flechas de hierba», que convirtieron su cuerpo a las pocas horas en una masa de negra putrefacción. En los míseros bohíos del pueblo gemían los conquistadores mal heridos, hambrientos, temblando de calentura.
En aquellas armaduras de caballeros los grandes brazos telegráficos, las pesadas piernas colgantes, causan la triste impresión de un ser descentralizado, impotente y vacilante, que un ligero choque bastaba á derribar. En el crustáceo, por el contrario, los apéndices están tan cercanos y unidos á la masa rechoncha, tupida, que el más pequeño golpe que asesta lleva el empuje de todo el cuerpo.
Cuando alguna derrumbaba su cresta sobre la fragata, el piloto Ferragut podía darse cuenta de la monstruosa pesadez del agua salada. Ni la piedra ni el hierro tenían el golpe brutal de esta fuerza líquida, que al derrumbarse huía en raudales ó se elevaba hecha polvo. En ciertos momentos había que abrir brechas en la obra muerta para dar salida á su masa abrumadora.
Cuando niños, ha sido la alegría de todos nosotros correr diestramente á lo largo de este borde tembloroso y hundirlo á patadas en enormes fragmentos, huyendo oportunamente para no ser arrastrados en la caída, siendo grande nuestra alegría, cuando una enorme masa de tierra se desprendía y caía con estrépito enturbiando extensamente el agua del arroyo.
Bajo la terraja del templo, un doble hemiciclo de mármol rodea la fuente y sus gradas, donde las jóvenes iban en otro tiempo á aprovisionarse de agua, bajan hasta hundirse en el líquido cristalino. La fuente es de un azul insondable á la mirada. Saliendo del fondo de un abismo abierto como un embudo, la masa de agua se ensancha subiendo y se extiende circularmente en la superficie.
Feli, te esperaba porque necesito hablarte, porque deseo que charlemos sin prisa. Tengo que decirte cosas importantes. Los dos atravesaron la calle, saliéronse de ella, y sin darse cuenta de lo que hacían, se internaron en los campos, siguiendo la linde del tercer depósito, hacia el cementerio de San Martín, que alzaba en el fondo su masa de cipreses.
Contó Sancho más de sesenta zaques de más de a dos arrobas cada uno, y todos llenos, según después pareció, de generosos vinos; así había rimeros de pan blanquísimo, como los suele haber de montones de trigo en las eras; los quesos, puestos como ladrillos enrejados, formaban una muralla, y dos calderas de aceite, mayores que las de un tinte, servían de freír cosas de masa, que con dos valientes palas las sacaban fritas y las zabullían en otra caldera de preparada miel que allí junto estaba.
Esta masa enorme y alborotada, sin organización alguna, en la que se confundían militares y civiles, mujeres y hombres, avanzaba cada vez más rápidamente, hasta que se detuvo de pronto con un movimiento de retroceso que se extendió hasta el centro de la ciudad, esparciendo la alarma en las calles transversales.
Palabra del Dia
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