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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Diez minutos después toda la ciudad se presentaba en las calles, cada uno con su cinta flotante de media vara de largo. Aparecía otro día otro figurón con una ligera alteración en la cinta, la misma maniobra.
Cuando es necesario interceptar la vista de alguien, ahí se encuentra el practicante, que hará de nube, o si no el brazo que no va a operar y que se baja o se levanta a la altura necesaria. Hay punguistas que son muy hábiles en esta maniobra, que se llama esparo, y que es reputada como uno de los escollos del arte.
Los pastores provenzales llaman a esta maniobra: volver cuernos al viento. ¡E infelices los rebaños que no se conformen con ello!
¡La barra a babor! ¡la barra a babor! gritó de pronto Zeli con espanto. Inmediatamente la rueda del timón dio una vuelta rápida y El Gavilán se inclinó bruscamente. ¿Qué hay, pues? preguntó Kernok después que fue ejecutada la maniobra.
El primer barril fué izado y arrojado al agua, y la misma operación continuaron haciendo con los demás barriles y con la arena del lastre. Mientras los cuatro holandeses efectuaban tan penosa maniobra, el chino vigilaba con atención. Era el más joven de los pescadores que embarcaron en el junco, pues sólo tenía diez y ocho o diez y nueve años; pero era uno de los más hábiles y nadaba como un pez.
Desatose un recio temporal, y viento y agua, hondamente agitados, azotaron el buque, que, incapaz de maniobra, fluctuaba a merced de las olas. Los vaivenes eran tan fuertes que se hacía difícil el trabajo, lo cual, unido al cansancio de la tripulación, empeoraba nuestro estado de hora en hora.
Muy imprudente fué aquella maniobra nuestra, porque no sólo abandonamos la protección del terreno sino que dejamos sin defensa á la mula del vivandero y cualquier taimado francés ó tudesco pudo hacerla prisionera con el tesoro mío que llevaba encima.
Muchos se habían subido á los techos de los vagones, y saludaban abiertos de brazos y piernas como una X. Casi todos se habían puesto en cuerpo de camisa, con las mangas dobladas sobre los brazos, lo mismo que los marineros cuando se preparan para una maniobra. ¡Son ingleses! exclamó don Marcos . ¡Ingleses que van á Italia!
La muerte del capitán y del médico, mal explicadas, podían comprometernos. Todo esto hacía que fuera un disparate el entregarnos. Sin embargo, y a pesar de que todos protestábamos interiormente, se hizo la maniobra, y El Dragón quedó inmóvil. El barco de guerra lanzó una de las chalupas, para que viniera a visitarnos a bordo. La niebla se iba echando por encima del mar y aumentando por momentos.
Con esto salió de la cámara, cerró la puerta y voceó a Cornias, que ya estaba esperándole con la maniobra aclarada y la sangre helada aún en sus venas con el recuerdo del espantoso lance que no se le borraría de la memoria en todos los días de su vida.
Palabra del Dia
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