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Actualizado: 14 de mayo de 2025
El viejo piloto, sin perder un instante, volvió la barra a babor, y la chalupa huyó hacia el Norte, mientras el chino dejaba correr toda la cuerda de la vela. Al resplandor de aquel relámpago Van-Stael y Cornelio habían visto una escollera como a quinientos pasos de la chalupa. Un momento de retardo o una falsa maniobra y la embarcación se habría estrellado en aquellas peñas.
Yo fuí a la fragata a dirigir la maniobra y a ponerla en franquía, fuera de todos los barcos de la bahía de Cádiz. De allí volví en el bote. Me encontraba en la mayor incertidumbre. Un acontecimiento, a pesar de su lógica no esperado por mí, acabó, no precisamente de una manera agradable, mis vacilaciones. Una mañana se presentaron en mi hotel dos caballeros, de parte del marqués de Vernay.
Don Serapio se hizo de rogar todavía algún tiempo. Por último se fue acercando al piano rodeado de señoras, a quienes dirigía sonrisas y palabras llenas de almíbar, y terminó por sacar disimuladamente un rollo de papeles de música que traía en el bolsillo interior de la levita. El pianista se hizo cargo al instante de la maniobra, y le ayudó, quitándoselo rápidamente de la mano.
Me parece que, en esas hermosas historias de almas enamoradas de lo divino, la precisión pedantesca y el exceso de documentos son un contrasentido, o en todo caso, una torpe maniobra que nos sujeta a la tierra cuando quisiéramos remontar el vuelo y subir a lo más alto. Espero que no se escandalizará usted y que me perdonará la ligereza y el mal gusto de mi entendimiento.
Si en punto á solidez, seguridad y perfeccion en el servicio de maniobra son muy superiores los ingleses, los paquebotes americanos tienen la ventaja en la rapidez, la comodidad y aún la baratura. El vapor americano es al inglés lo que el hotel de lujo al café ó restaurador. El viajero se siente mucho mejor bajo la bandera estrellada que bajo el leopardo.
Toda la noche hemos estado de vuelta y vuelta; la ventolina se cambió en viento duro, y ya le tenemos de mal cuadrante. La voz del capitán interrumpió la conversación. ¡Lista maniobra virar! ¡Levanta muras! ¡Cambia en medio! Estas concisas palabras fueron perfectamente interpretadas por la tripulación, y á nosotros nos pusieron en conocimiento de que navegábamos de vuelta y vuelta.
Para ejecutar esta maniobra, los principales grupos rebeldes tuvieron que desfilar precisamente por delante de las cuatro piezas que vomitaban sobre ellos torrentes de metralla, y las bajas que sufrieron entonces fueron enormes.
De pronto, como si se le ocurriese una idea súbita, exclamó: ¡Amigos míos, armad vuestras carabinas!... ¡Fuego sobre ese tabique! Lo que había decidido sobre todo a Santiago a esta maniobra, es que encontrándose necesariamente detrás de su tropa, se vería libre del primer choque de la salida que podrían intentar los sitiados. ¡Fuego! ¡y que el Cielo nos ayude! repitió empujando a su pelotón.
Aun se añade que sólo el departamento marítimo de Cantón pierde anualmente sobre diez mil marinos a causa de la mala construcción de los barcos chinos. Lo cual no es nada halagüeño para nosotros, tripulantes del Hai-Nam. Ya os he dicho que nuestro junco es de los mejores, y que tiene muy buena arboladura y que la maniobra puede hacerse muy fácilmente.
La maniobra se hacía cada vez más difícil por el poco espacio de que se podía disponer, y sobre todo, por la fuerza de las corrientes que ora nos llevaban á las playas de Batangas, ora á las peligrosas costas de Mindoro, entre cuyas dos provincias se destacan los perfiles de la isla verde, atalaya que domina la entrada del estrecho que va á morir en San Bernardino, peñón que azotan las aguas del Pacífico.
Palabra del Dia
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