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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Y tú un veterinario... ¡Qué hermosas son las mantillas blancas! Es moda nueva, quiero decir, moda vieja que han desenterrado ahora... Creo que es cosa de política. Mi tío el Canónigo decía... Hazme el favor de no nombrarme más a tu tío el Canónigo, quiero decir, a mi querido tío... Esto de las mantillas blancas es una manifestación, una protesta contra el Rey extranjero. ¡Qué salado!
Enterado por su amiga Isabel Mazacán de la orden del día dada por el marqués de Butrón en la casa de Currita, apresurábase a poner en conocimiento de la primera autoridad de la provincia la manifestación de mantillas y peinetas que las damas de la aristocracia preparaban para aquella tarde en la Fuente Castellana.
Espero que en esta ceremonia, en esta prueba de amistad, en esta manifestación de afecto, si se procede con pureza y sin el menor átomo de livianidad, no verá Vd. nada malo ni peligroso. Como mi padre tiene que estar muchas noches con el aperador y con otra gente de campo, y hasta las diez y media o las once suele no verse libre yo le sustituyo en la mesa del tresillo al lado de Pepita.
Adivinó que el profesor hembra le traía buenas noticias, a juzgar por la expresión alegre de su rostro; pero antes de que se enfrascase en su relato y tal vez en la manifestación de sus tiernos sentimientos, quiso satisfacer la propia curiosidad. -Dígame, doctor: ¿Momaren tiene una hija? Al oir estas palabras, Flimnap perdió su alegre gesto.
Lo que en pura verdad no pasaba de una estafa consentida por las leyes, por una extraña aberración del sentido moral se transformaba en gloriosa manifestación de la inteligencia, no sólo a sus propios ojos, sino a los de la sociedad.
3.o El presente estado de guerra no permite al pueblo la manifestacion sincera de sus aspiraciones; por lo cual los filipinos desean ardientemente que el Congreso Norte-americano vea algun medio de oirles, antes de adoptar una resolucion que decida en definitiva de su porvenir.
Todo era modesto, de poco precio; pero la cama, con sus hierros coruscantes, les pareció a los dos un derroche, un alarde de suprema elegancia, una manifestación de su propósito de vivir en grande, sin privaciones. Siete duros les costó esta joya. Los dos se miraban con inquietud. ¡Qué modo de gastar el dinero!
El cochero de Currita, Tom Sickles, enorme tipo del automedonte británico, que pedía a voces el tricornio y la peluca empolvada, y se había sentado en Londres en el pescante del duque de Edimburgo, y en París en el de la princesa Matilde, dirigió los caballos corriendo a lo largo de la manifestación, por ver si adelantaba la cabeza de esta y podía entrar por la calle del Caballero de Gracia o por la de Peligros.
La culpa de todo ello estriba, a lo que a mí se me alcanza, en que la poesía, cuyo objeto es la manifestación de la belleza en una forma sensible, sólo puede darse imitando lo real o lo que nosotros imaginamos real, elemento en que cabe error o mentira. De aquí la ventaja que la música, arte primogenia, lleva a la poesía, arte secundaria.
Era aquella una manifestación pacífica de la democracia, que con grandes clamores y largos garrotes y extrañas banderas enarboladas se dirigía a Palacio pidiendo la entrada en el ministerio de don Manuel Ruiz Zorrilla.
Palabra del Dia
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