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Ella rabió algo, riñó a D. Joaquín por haber andado en tales pretensiones sin consultarla antes, y, al fin, olvidó el desaire y se quedó tan fresca. ¿Qué necesidad tenía ella de emperatrices, cuando era en su casa la Emperatriz de la hermosura, de la discreción, de la elegancia y del buen tono: una princesa de Lieven o una madame Recamier de entretrópicos?

Rafaela no se lo podía ni se lo quería decir a Madame Duval, por juzgar sobrado sublime su secreto para hacer partícipe de él a tan vulgar personaje. Ni podía ni quería tampoco confesarle al Padre García, por considerar su secreto profano y por no ver en él culpa acompañada de arrepentimiento. Rafaela, no obstante, sentía la necesidad de desahogar con alguien su corazón, hablando de sus penas.

Después de separarme de él, estuve en Granada, Córdoba, Madrid, Toledo, Burgos y otros puntos, visitando los monumentos en compañía de Madame Duval, que detestaba las antiguallas y suspiraba por los boulevards de París. Allí fui por último, y pronto me instalé comprando muebles y poniendo casa.

Los enemigos están cerca; van á entrar en París «como la otra vez».... Pero la joven malhumorada muestra un optimismo agresivo. No, no entrarán, Madame.... Y si entran, yo no quiero verlo, no me da la gana; no podría. Me arrojaré antes al Sena.... Pero no; mejor será que me quede en mi ventana, y al primero que entre en la calle le enviaré....

Cuando madame de Sevigné empleaba un mes en ir de la Bretaña á la Provenza, salvaba paso á paso y por grados, la violenta oposición de estos dos climas, pasando insensiblemente de la zona marítima del Oeste á la del Este, en el clima exclusivamente terrestre de la Borgoña.

Ayer fui a Changrenon a hacer una visita a madame Rambuteau, en compañía de la cual se encuentran actualmente M. de Narbonne, su padre, su marido y su hermana. He hablado con él, y parece persona muy amable; dicen que goza de la consideración del Emperador. Se habla de él para el ministerio de Relaciones Exteriores.

La prima de Alfonso, madame de Pré, quien vive en compañía de M. de Pansey, es una persona muy amable, aunque de mucha edad. Me admira que en las postrimerías de la vida y cuando vamos a perder ya todo lo que pertenece a este bajo mundo, seamos todavía sensibles a la ambición...

Madame Duval, que así se llamaba la confidenta, por afirmar ella misma que era viuda de un Comandante francés de caballería, muerto heroicamente en Argelia matando moros, tenía cualidades excelentes, pero era remilgadísima y empalagosamente afectada, y empleaba al hablar tres o cuatro muletillas y frases sentimentales, que apenas se podían sufrir y pervertían y maleaban todas las virtudes y excelencias de la buena señora.

Tened piedad de , Dios mío; tiemblo por lo que he de sufrir yo y por lo que habrán también de sufrir mis hijos Alfonso y Cesarina y mi buena amiga madame Paradis que necesita de en estos momentos. Valor y prudencia.

Ignacio Artegui, madame de Miranda, españoles declaró Artegui. Si el señor tuviese una tarjeta osó decir la hostelera. Artegui entregó el pedazo de cartulina, y la fondista se deshizo en cortesías y cumplimientos, cual si implorase perdón por aquella fórmula.