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¡Dos hombres más al timón! ¡Vapor, vapor! Hice una rápida reflexión: «Si esto vuela, participaré de ese agradable fenómeno, sea estando sobre cubierta, sea al lado de la máquina.

Las piedras eran bastante grandes, pero, por fortuna, poco resistentes, y las ruedas de la máquina las redujeron a polvo sin desviarse un punto. En ocasión distinta, algunos años más tarde, la fría insania de aquel ser se había manifestado en otra forma, contra mismo.

Una máquina para ese anciano débil y enfermo a quien arrastro por los salones, por las calles y por el mundo entre las burlas y las sonrisas de todos los que nos miran y nos encuentran. ¡Blanca! ¡Ah!

Retrocedía ahora con lentitud hacia un extremo de la mesa ocupado únicamente por gentes de baja condición: atletas de los que manejaban la máquina monta-platos. Un doctor se fué despegando lentamente del grupo que había precedido á la litera de Momaren y pareció seguir de espaldas, fingiéndose distraído, la retirada de Ra-Ra.

Enteramente igual á un cíclope, si no tuviera dos ojos, era el tal una de las más poderosas palancas de la civilización moderna, porque había recibido de la Providencia la alta misión de mover el manubrio de una máquina de imprimir, que daba á luz diariamente millones de millones de palabras.

El capitán, durante sus navegaciones, sólo pensaba ahora en el alimento de las calderas. Siempre le parecía que Mare nostrum marchaba con excesiva rapidez. ¡Media máquina! gritaba por el tubo á su primer mecánico. Pero á pesar de esta precaución y de otras, el gasto de combustible resultaba enorme al hacer el arqueo de un viaje. El buque consumía todas las ganancias.

Existía la locomotora y hubo que fabricar miles y miles, abriéndola caminos por todo el planeta. La máquina industrial no podía caber en los pequeños talleres de familia, y fue preciso construir monstruosos edificios, más grandes que las catedrales y los templos del paganismo.

¡Yo bien, , lo que hay en todo esto; lo que se necesita para mover los asuntos, son recomendaciones, cartitas, empeños ... y aceite para la máquina!... ¡Pero, déjese usted estar; yo veré al ministro y le contaré lo que pasa! ¡Se ponen ustedes a charlar y a tomar , y no llevan los asuntos a la firma! ¡Ya verán ustedes el trote que les voy a meter!

Ella, sometida a hombre tan vulgar, había llegado a aprender su frío papel y lo representaba como una máquina sin darse cuenta de lo que hacía. Aquel muñeco hízola madre de cuatro hijos, uno de los cuales había muerto en la lactancia.

Sancho, todo triste, todo apesarado, no sabía qué decirse ni qué hacerse: parecíale que todo aquel suceso pasaba en sueños y que toda aquella máquina era cosa de encantamento. Veía a su señor rendido y obligado a no tomar armas en un año; imaginaba la luz de la gloria de sus hazañas escurecida, las esperanzas de sus nuevas promesas deshechas, como se deshace el humo con el viento.