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Actualizado: 9 de julio de 2025
Entre sus numerosas propiedades en las enfermedades de la infancia, es necesario indicar la de facilitar la lactancia en los casos en que la nodriza, aunque tiene la leche abundante, el niño, sin embargo, rehusa coger el pecho. El mercurio es necesario si la leche es muy serosa. En la mayor parte de las indicaciones de la cina, la helmintiasis entra como elemento accesorio.
Villamelón padre lloraba de gozo, y el conde de Alcudia, que allí se hallaba presente, le aconsejó que emplease para la lactancia de su hijo las veintisiete vacas y cuarenta cabras que servían de amas de cría al hipopótamo parvulito, regalo de Abbás-Pachá, que se criaba en París, en el jardín de las plantas.
A su vez la madre recibe también cantidades por el Idinara ó sea por los meses que llevó en su vientre á la novia, por el pagpadodo, ó sea el período de la lactancia, y por el gímirod ó sea por sus desvelos y cuidados. Si la novia no es primogénita tiene también el novio que pagar derechos llamados ilinacad.
El vello de nuestros cuerpos no nos sirve de abrigo como el pelo de los animales: ¿para qué, pues, crearlo? ¿Para qué dar tetillas a los machos humanos, si no pueden servirles para la lactancia? ¿Para qué situar la columna vertebral en el dorso del cuerpo, lo mismo que en los cuadrúpedos, cuando lo lógico, al «crear» al hombre sostenido sobre los pies, era colocarla en el centro del cuerpo como eje fortísimo, evitando las desviaciones y enfermedades de la espina que hoy sufre por este desequilibrio en la sustentación de su peso?
Pasados los dos o tres primeros meses de lactancia, el genio de los niños se agria, y sus llantos y rabietas son frecuentes, porque empiezan los fenómenos precursores de la dentición a molestarles. Cuando tal sucedía a su niña, Nucha solía emplear con buen resultado el talismán de la presencia de Perucho. Un día que el berrenchín no cesaba, fue preciso acudir a expedientes más heroicos: sentar a Perucho en una silleta baja y ponerle en brazos a la chiquitina.
Entre dientes le cantaba una canción de adormidera, dándole palmadas en la espalda. «¡Qué gusto ser bebé! murmuró el Delfín , ¡sentirse en los brazos de la mamá, recibir el calor de su aliento y...!». Pasó otro rato, y Juan, despabilándose y fingiendo el lloriqueo de un tierno infante en edad de lactancia, chilló así: Mama... mama... ¿Qué? Teta. Jacinta sofocó una carcajada.
Ella, sometida a hombre tan vulgar, había llegado a aprender su frío papel y lo representaba como una máquina sin darse cuenta de lo que hacía. Aquel muñeco hízola madre de cuatro hijos, uno de los cuales había muerto en la lactancia.
Si las violetas no hubiesen exhalado su último aroma en Mayo; si los jacintos no estuvieran ya en el limbo de sus jóvenes cebolletas; si las dalias, por el contrario, no durmiesen aún en el vientre de sus batatas; si las petunias no se hallaran en estado de lactancia, y las campanillas dando los primeros pasos; si las francesillas no hubiesen bajado también al frío sepulcro de sus arañuelas, y las extrañas no estuvieran aún cortando sus múltiples gasas de bailarina para presentarse en el Otoño, el panorama floreal de Junio sería completo.
Palabra del Dia
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