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Actualizado: 2 de junio de 2025


Los conquistadores, que tuvieron que luchar con el hambre de las interminables soledades, acallaban su estómago apretándose un punto más el cinturón, y seguían adelante, con el arcabuz al hombro.

En nombre del orgullo, en nombre del amor, que con el orgullo nació de súbito en su alma, si bien con bastardo e impuro nacimiento, Elisa se resolvió a luchar, a aventurarlo todo por atraer de nuevo al Conde y por quitárselo a doña Beatriz y tomarle ella.

»Mientras hablaba de este modo, las lágrimas y los suspiros ahogaban su voz. ¡Ah! Tenía razón, era sufrir demasiado; y yo, débil mujer, no tenía la fuerza suficiente para luchar con su amor.

Era más de mediodía. El cielo, de un gris blanquecino, amenazaba con más nieve. La luz de interminable crepúsculo reflejábase en la blancura con tonos lívidos. Maltrana caminaba desalentado, con los brazos caídos, sin saber adónde dirigirse. Su voluntad desplomábase, vencida, falta de fuerza para luchar: quería morir.

Luz había cumplido ya los diez años, y necesitaba completar su educación... y alejarse mucho de su casa, hasta que, determinado y bien definido su carácter, y en completo desarrollo su inteligencia, cultivada en sano terreno, hallara en misma la posible fortaleza para luchar contra el enemigo que la aguardaba en el mundo de su madre.

Desengáñate, Pedro: á vosotros, cuando los tiempos vienen malos, os queda el recurso de luchar con el destino, mientras que nosotras... ¡Jesús!... ¿qué me ha picado aquí? La condesa interrumpió su discurso para sacar vivamente una mano que tenía metida en la hierba. En la blanca y torneada muñeca apareció una gota de sangre.

Los informes recogidos en todas partes sobre él, demostraban que éste era su carácter. Poseía esa manera tranquila y fría del hombre que ha vivido a fuerza de aguzar su ingenio, y en este asunto parecía que su ingeniosidad, aguzada aún más por su vida aventurera, iba a tener que enfrentarse y luchar con la mía.

Carmen descansaba en regalada quietud, tal vez soñando con el Dios bienhechor y piadoso de las almas buenas, y Salvador, inflamado de anhelos, saboreaba la inmensa felicidad de luchar y de sufrir con la esperanza en los brazos.

Por desgracia nuestra, para que la obra poética o narrativa alcance una longevidad siquiera decorosa no basta que en tenga condiciones de salud y robustez; se necesita que a su buena complexión se una la perseverancia de autores o editores para no dejarla languidecer en obscuro rincón; que estos la saquen, la ventilen, la presenten, arriesgándose a luchar en cada nueva salida con la indiferencia de un público, no tan malo por escaso como por distraído.

Es verdad, es verdad dijo la de Rufete con emoción, preparándose a derramar lágrimas. El pobre hombre, con el agua al cuello, desesperado y sin fuerzas para luchar con su destino, ha recurrido a ti. que te ha buscado; que te mandó un recadito con tu padrino; que fuiste a verle... Es cierto, ¿ o no? Es cierto.

Palabra del Dia

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