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Pero á pesar de los odios y las guerras, en auge todavía, los pueblos se hacen más solidarios cada día, y saben ya comunicarse sus privilegios para hacer de ellos un patrimonio común; gracias á la ciencia y á la industria que se propagan de día en día, saben ya hacer brotar el agua donde nuestros antepasados no sabían hallarla, y poner en comunicación unos ríos con otros, aunque estén muy distantes.

Pero a la segunda misa observole distraído e inquieto. Iba de un lado para otro, examinaba los altares y las imágenes como si estuviera en un museo. Esto la disgustó, y tal fue su incomodidad, que no se atrevió a comulgar aquel día, porque no se encontraba con el espíritu absolutamente sereno y limpio.

Uno de los mayores cuidados de los curas, y tal vez el mayor, era el mantener una perfecta igualdad entre todos los indios, así en el traje como en la asistencia a los trabajos; de modo que el corregidor y corregidora habían de ser los primeros en concurrir al paraje en donde debían acudir todos, y así los demás de cabildo y sus mujeres.

Tomó entonces Urashima un remo y la Princesa marina otro; y remaron, remaron, hasta arribar por último al Palacio del Dragón, donde el dios de la mar vivía e imperaba, como rey, sobre todos los dragones, tortugas y peces. ¡Oh que sitio tan ameno era aquel!

Pero como todos los viajeros que visitaban la tal bóveda hubiesen dado en la flor de cortar pedazos del viejísimo ataúd, á fin de guardarlos como reliquias históricas, el Marqués de Miravel dispuso colocarlo en el inaccesible nicho que hoy ocupa, y desde donde produce terrible y fantástica impresión.

Durante la lectura de las últimas páginas de La sima nos forjamos por algunos momentos la grata ilusión de que Ramona, en medio de su abandono, iba a hallar un noble valedor en el torero: alguien que la protegiese sin exigirle brutalmente la paga; pero, como ya queda indicado, esta ilusión se desvanece pronto. El torero no es mejor que los demás seres de nuestra especie.

Era la hora de los recuerdos tropicales. «¿Se acuerda uté, don Agapito, se acuerda uté de aqueya mulatica perra que le venía a dar plasé a la tienda? ¡Y qué bien que cantaba las guarachas, la sinvergüensa!

?Es esto todo lo que tienes que decir? haciendo parte a pesar tuyo de una raza que tu desprecias, tu que quieres ennoblecerla elevandote hasta nosotros ipuedes olvidar los dones de nuestros conocimientos sublimes y caer en los bajos pensamientos de la muerte! no te reconozco.

En la conversacion estuviéron todos conformes en decir que no siempre iban las cosas de este mundo á gusto de los sabios; pero sustento el ermitaño que no conocíamos las vias de la Providencia, y que era desacierto en los hombres fallar acerca de un todo, quando no vían mas que una pequeñísima parte. Tratóse de las pasiones. ¡Quan fatales son! dixo Zadig.

Salió bien la traza, porque los nuestros faltos de dinero, se entraban por las aldeas y pueblos grandes, y se hacian contribuir, y en hallando resistencia, con la acostumbrada licencia militar maltrataban de manos y de lengua á quien se les oponia.