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Actualizado: 6 de mayo de 2025


El silencio que siguió al tumulto tenía algo de solemne, y cuantos hombres lograron escapar a la carnicería se miraban unos a otros con gravedad, como admirados de volverse a ver. Algunos llamaban al amigo; otros, al hermano, que no respondía, y dirigiéndose en su busca por la trinchera, a lo largo de los parapetos o por la rampa, gritaban: «¡Eh! ¡Jacobo, Felipe! ¿Eres

Oiga usted, amiguito, eso que está usted diciendo es herético. Yo digo lo que se me antoja. Es usted un badulaque. Y usted un... ¡Alto, señores!... ¡Alto!... ¡Un poco de calma!... ¡No irritarse!... Hubo algunos instantes de confusión. El presbítero quería arrojarse sobre Moreno y Moreno sobre el presbítero. A duras penas lograron contenerlos, sobre todo al primero, que era hombre de bríos.

Los dos zapadores de la roca ó artistas en arquitectura negativa lograron, á fuerza de inaudita labor de demolicion, practicar en el corazón de la peña una iglesia de 20 metros de longitud, 11 de latitud y 7 de altura, con su campanario que mide 22 metros de elevacion.

No siguieron este intento los rebeldes, antes bien tomaron el camino de Langui; y como se habia hecho pública su última derrota, se atrevió á perseguirlos D. Ventura Larda, unido á otros vecinos de aquella jurisdiccion, que lograron arrestar al mismo José Gabriel, á su muger Micaela Bastidas, y á dos hijos, Hipólito y Fernando, que entregaron para su segura conduccion y custodia á unos de los destacamentos que habian ido siguiendo su alcance, y fueron conducidos al campo español, donde aquel mismo dia habian sufrido ya la pena de horca 67 rebeldes, que se arrestaron en aquellas inmediaciones, cuyas cabezas se colgaron en los parajes públicos, para escarmiento de los demas sediciosos; á quienes se les tomaron ocho cañones de diferentes calibres, siendo el mayor del de á cuatro, 20 fusiles y escopetas, dos pares de pistolas, cuatro quintales de balas de cañon y de fusil, otros tantos de pólvora, 30 lanzas, y mucha parte de los robos y saqueos que habian hecho.

Talín por su parte apretó los pies de tal modo que por mucho que corrieron aquellos bandidos no lograron darle alcance. Volviéronse mohinos al cabo de algún tiempo y al tropezar con el capitán su despecho les incitó á gruñirle; pero éste alzó el bastón de modo tan airado que huyeron sin realizar su propósito. ¡Para bromitas estaba nuestro hidalgo!

Hízolo así al cabo por no desmentir su proverbial cortesanía, pero se mostró grave y reservado. Como esto no convenía á los amigos, hicieron esfuerzos por tirarle de la lengua. Nada consiguieron en un principio. Al cabo unos cuantos vasitos de vino traidoramente administrados lograron su propósito.

Se puede asegurar que sin este precioso símbolo de nobleza y poderío, aunque fuese bordado en cañamazo, la vida le parecía un árido desierto de horror y tristeza. Así, pues, ni los triunfos universitarios ni la simpática figura de su primo lograron hacer la más pequeña mella en aquel tierno corazón, inflamado de amor por la aristocracia. Tristán, despechado, la guardó toda su vida oculta ojeriza.

En el mismo lugar donde él había reinado hasta entonces como señor iba a instalarse una extraña, y su situación, en su propia casa, iba a depender de la generosidad y de la condescendencia de aquella mujer. Las muestras de cariño que por adelantado le daba tan familiarmente la hija del molinero no lograron calmarlo ni hacerle olvidar su despecho.

Por fin lograron que se estuviera quieto, resultado en que no tuvieron poca parte las filosóficas amonestaciones del clerigucho, y las sabias cosas que echó por aquella boca el carnicero, hombre de pocas letras, pero muy buen cristiano. «Tienen razón dijo D. Francisco, agobiado y sin aliento. ¿Qué remedio queda más que conformarse? ¡Conformarse! Es un viaje para el que no se necesitan alforjas.

Pues bien, este ejemplo conmovedor de respeto y de sumisión, en vez de impresionar gravemente a los circunstantes, provocó en casi todos una sonrisa de burla, y en algunos de ellos algunas inoportunas carcajadas que a duras penas lograron sofocar. Sin embargo, el juego no duró mucho tiempo. Acercábase la hora de diseminarse aquella escogida sociedad.

Palabra del Dia

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