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Actualizado: 7 de junio de 2025
A los pocos momentos eran centenares; al final llenaron la mayor parte de la pradera, siendo más de mil. Numerosos enanos, que por sus trajes parecían hombres de campo y en realidad eran mujeres, silbaron y agitaron sus cayados para ordenar y agrupar á estos animales.
Yo estoy aquí con esta inmunda librea de presidiario porque Lea Peralli murió asesinada. ¿Qué significaría todo este rigor, toda esta infamia, si yo no tuviera que responder de un crimen cierto? ¿Qué formidable y monstruosa mistificación se habría cometido? ¿Y qué decir de los que se hubieran prestado á ella? Se echó á reir sordamente; después sus ojos se llenaron de lágrimas.
Al morir, Escobar dejó gran caudal de escritos, la mayor parte notas y esbozos. Tuve la suerte de verlos y examinarlos, antes que Serapio los arrojase al cajón de la basura. Algunos de los pensamientos, expresados en forma escueta, me sorprendieron y llenaron de perplejidad.
4 Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y ofrecieron en él perfumes a dioses ajenos, los cuales no habían ellos conocido, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y llenaron este lugar de sangre de inocentes; 6 Por tanto, he aquí vienen días, dijo el SE
Basilio le oyó bajar las escaleras con paso desigual, atropellado; oyó un grito ahogado, grito que parecía anunciar la llegada de la muerte, profundo, supremo, lúgubre, tanto que el joven se levantó de su silla, pálido y tembloroso, pero oyó los pasos que se perdían y la puerta de la calle que se cerraba con estrépito. ¡Pobre señor! murmuró, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
13 Recogieron pues, y llenaron doce cestas de pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. 14 Aquellos hombres entonces, como vieron la señal que Jesús había hecho, decían: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. 15 Y sabiendo Jesús que habían de venir para arrebatarle, y hacerle rey, volvió a retirarse al monte, él solo.
8 Mas él sabía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él levantándose, se puso en pie. 10 Y mirándolos a todos alrededor, dice al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restituida sana como la otra. 11 Y ellos se llenaron de rabia; y hablaban los unos a los otros qué harían a Jesús.
Se le llenaron de lágrimas los ojos. «Bien decían en el Seminario murmuró con despecho que soy muy apocado y muy... así..., como las mujeres, que por todo se afectan. ¡Vaya un sacerdote ordenado de misa! Si tengo tal afición a chiquillos, no debí abrazar la carrera que abracé.
Sin duda mis ojos dejaban ver claro lo que mi alma sentía, porque la expresión de reserva y de duda desapareció del semblante de Amparo, sustituyéndola una dulce expresión de consuelo. ¡Ah! exclamó: ¡Quiere usted reemplazar a los padres que he perdido! Y aunque procuró dominar su conmoción, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Del montón de reflexiones que le llenaron atropelladamente el cerebro, sacó estas pocas, que le parecieron las más llanas y más propias del momento: Demos de barato, hija mía, que yo he estado viviendo en una equivocación continua sobre ese particular, con el mejor y más honrado propósito, y ten entendido que te quiero demasiado para que, con cálculos o sin ellos, llegara yo nunca a desatender tus repugnancias en asuntos de tanta entidad; porque una cosa es que lo que se cree útil y conveniente y beneficioso para ti, se persiga y se acaricie, y otra muy distinta la imposición forzosa de ello, que en mí no cabrá jamás; en este supuesto, ¿qué mal hallas en la venida de ese pobre chico, ni a qué te compromete, para que tanto la temas?
Palabra del Dia
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