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Actualizado: 12 de julio de 2025
¿Cómo estás aquí? ¿Quién te ha dado permiso para entrar? ¿No te han dicho que no subas sin que te llamen? preguntó frunciendo aún más el ceño. Quería darte un beso dijo con voz apagada Josefina. Déjame de besos. Anda, y cuidado con subir otra vez sin mi permiso.
Corrió D. Juan al gabinete y la halló desencajada; lívida, por los esfuerzos que unas violentísimas náuseas la obligaban a hacer. ¡Pronto! ¡A buscar el médico! gritó el pobre padre. Fernanda hizo un gesto negativo y articuló débilmente: No, que llamen al penitenciario. No hizo caso.
No hubo en todo el país un policía más valiente. ¿Qué puede temer un hombre que lleva en el pecho un talismán de plumas de caburé?... Cuando había algo difícil y peligroso que hacer, sus jefes daban siempre la misma orden: ¡Que llamen á Morales! En vano los rebeldes á la autoridad sacaban sus pistolas en tabernas y bailes. Antes de que disparasen, el mestizo se las arrebataba de un manotazo.
Estás tan orgulloso de que te llamen sabio, que no miras a las gentes, ni tienes pizca de talento para adivinar lo que piensan los que te rodean. Maltrana la oía con extrañeza. Pero ¿qué tonterías dices, niña? ¿Es que estás borracha? Todas las máscaras se habían alejado hacia la cañada, donde sonaban los gritos de juguetonas persecuciones.
Y, sin embargo, Pereda hace bien en no llamarse, ni querer que le llamen, naturalista, no sólo porque él es realista a la buena de Dios y reduce toda su estética a la proposición de sentido común de que el arte es la verdad, sino porque cuando él empezó a escribir sus Escenas Montañesas, coleccionadas ya en 1864, ni existía el naturalismo como escuela artística, ni tal nombre se había pronunciado en España, ni estaban siquiera escritas la mayor parte de las obras capitales del género, en el cual yo no incluyo, sino con grandes limitaciones, las de Balzac, ni muchísimo menos los caprichos psicológicos de Stendhal, que ni en su tiempo, ni ahora ni nunca, han podido formar escuela, ni tienen cosa alguna que ver con las novelas de Zola, por más que éste, en su afán de buscar progenitores, le incluye entre los suyos, con evidente falta de sentido crítico.
No, no, voy a decir tonterías... No me llamen ustedes a su lado. Sí respondió mi querida abuela con indulgencia. Estando prevenidas no nos asustaremos. Sí, sí, vengan ustedes, señoritas insistió la Melanval, la presidenta de las presidentas... Tengo justamente una nueva obra que presentarles... ¡Ah! exclamó Francisca precipitándose de un salto a la silla que le indicaba la abuela a su lado.
No eres ensueño, realidad eres; No finge el alma hechizos tales, Aunque más bella que las mujeres Suya te llamen los inmortales. En la luz pura de tu mirada Amor enciende sus dardos de oro, y son tus labios urna sellada De sus deleites fuente y tesoro. Ora residas lejos del suelo Ora aparezcas en otra edad, Por los tres mundos en raudo vuelo Irá buscándote mi voluntad.
Palabra del Dia
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