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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Ya muchos de los que fueron á la lid no están en pié: muchos que salir miraron el sol á su trasponer, no le verán, que la muerte horrenda con ellos fué.

Suponemos de que no serán los Españoles los que teman entrar en esta lid: así podrán probar su superioridad por la superioridad de su inteligencia.

Cada cual dirá lo que se le antoje. Lo que todos tendrán que decir, sin discrepancia, es que dar muerte en buena lid y en ancho circo a seis o siete toros bravos es mucho menos cruel que matar a una perdiz atrayéndola con reclamo o que matar a un cerdo o a un pollo. Se me objetará que esto último no se hace por diversión, sino por necesidad o por casi necesidad de alimentarnos.

Optaron por lo primero, y avínoles mal, porque Amparo, como el corcel de batalla que ha olido la sangre, dilatadas las fosas nasales, brillantes los ojos, se preparaba a renovar la lid, animando a sus compañeras. Son los protestantes. A correrlos. A correrlos: ¡viva! Van a pasar otra vez por aquí... ánimo... a ver quién les acierta mejor. ¡Que vengan, que vengan! ¡Ahora entra lo bueno!

Presentóse el postrero Zadig, y con mucho donayre sacó de los estribos á quatro ginetes uno en pos de otro; con esto empezó la lid entre Zadig y Otames. Este traía armas de azul y oro con un penacho de lo mismo; las de Zadig eran blancas.

Mañana, al rayar el dia, partirémos, madre mia. ¡Oh! ¿Qué dices? En su empeño, mi amor á la lid me envia. ¿No me engañas? ¿No es un sueño? Me tarda el tenerla mia; pero esta noche..... ¡Oh, señor! Ella en la reja me espera, piensa madre en su dolor, si escarneciendo su amor á hablar con ella no fuera por la sombra de un temor. ¡Oh! ¿Quién sabe?

Alto allá dijo para el soldado ; esto que suena es arpa, y quien la toca, fuera de ser de los diestros, ha cursado mucho por los castillos y torres góticas de Alemania. Entretanto, cesando de sonar sola y señera el arpa, sus tonos llegaron de nuevo a la fiesta, casados con las razones de esta. ¡Ay de ! ¡Ay de , dulce tesoro! Por ti solo, a quien adoro, dejo, , gloria, lid, clarín sonoro.

«Adios, Patria, decian «Llenos de ardiente, «Pronto el tambor batiente «Nos llamará á la lid; «Que si tus caras playas «Hemos abandonado, «Es porque hemos jurado «Libertad ó morirPor las llanuras del Sud Yacen do quier esparcidas Las semillas bendecidas Del árbol de libertad. Con la sangre del martirio Ha sido ese árbol regado: Si sus ramas han cortado El tronco intacto quedó.

Y después, con desprecio, en la augusta agonía de la tarde, se ríe el hombre de su orgullo necio que quiso hacer de indiferencia alarde, pues mientras vive, lucha, y es al cabo, César potente o miserable esclavo, lidiador en la vida, aun el cobarde. Siempre el mortal, en su inquietud batalla; y mártir o verdugo, vencido o vencedor, en la lid halla lauro esplendente o vergonzoso yugo.

No hubo combate en que el león ibero haya lucido el bélico furor que en su alma late. Por viles redes de traición perdido, en tus manos cayó, como el cordero en los mercados públicos vendido. No fué el atleta histórico, el guerrero que cae en medio de la lid sangrienta herido al golpe de mortal acero. ¡Me estremece de horror la vil afrenta!

Palabra del Dia

vorsado

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