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Actualizado: 17 de julio de 2025
Capítulo LXVI. Que trata de lo que verá el que lo leyere, o lo oirá el que lo escuchare leer
El canto vuestro es, pues que contiene De damas y galanes la caida: Por tanto el ofrecerosle conviene, Porque de vuestro ser el tome vida. Haced con vuestra fuerza que no pene Aquel que le leyere, pues rendida De este siglo teneis la mayor parte, Con vuestra gran belleza, industria y arte.
No osa en él subir cualquiera hombre, Que que el sube, de espanto, dicen, muere. Y porque, si mas digo, no se asombre Quien cosas de admirar aquí leyere, No quiero mas decir de aqueste perro, Y creo que en callarlo poco yerro. Viuda Doña Elvira, pues, y sido De Don Diego el dislate ya contado, Con su madre al Perú hubo salido, Que así por el Virrey les fué mandado.
-No entiendo cosa de cuantas me decís, chica ni grande. -Pues este libro las dice -me respondió-, que se llama Grandezas de la espada, y es muy bueno y dice milagros; y para que lo creáis, en Rejas que dormiremos esta noche, con dos asadores me veréis hacer maravillas. Y no dudéis que cualquiera que leyere en este libro matará a todos los que quisiere.
Corona, pues, de tan justa y superior elección y tan a lo primorosamente labrada merece lucir en la luz de la Imprenta con los aplausos de corona de su autor, voces que sin estar impresas leerá en la obra cualquiera que con la merecida atención la leyere, como también encontrará los demás elogios que se merece mejor que yo les pueda apuntar: Operum proprium est ut externo comendatore non egeant.
Su confesor el Padre Gracian y otros teólogos, con sana intención sin duda, tacharon frases y palabras de la Santa y pusieron glosas y otras palabras; pero el gran maestro en teología, en poesía y en habla castellana, Fray Luis de Leon, vino a tiempo para decir que se podrían excusar las glosas y las enmiendas, y para avisar a quien leyere El Castillo interior «que lea como escribió la Santa Madre, que lo entendía y decía mejor, y deje todo lo añadido; y lo borrado de la letra de la Santa delo por no borrado, si no fuere cuando estuviere enmendado o borrado de su misma mano, que es pocas veces.» Y en otro lugar dice el mismo Fray Luis, en loor de la escritora, y censurando a los que la corrigieron: «Que hacer mudanza en las cosas que escribió un pecho en quien Dios vivía, y que se presume le movía a escribirlas, fue atrevimiento grandísimo, y error muy feo querer enmendar las palabras, porque, si entendieran bien castellano, vieran que el de la Madre es la misma elegancia.
No pienso yo que tantas finezas ni bizarrías se puedan haber leído en otras historias, y así algunas veces temo que mi crédito y fe se ha de poner en duda; pero advertido el que esto leyere que Nicephoro Gregoras, y Pachimerio autores Griegos, y por serlo enemigos, y Montaner Catalan concuerdan en lo que parece más increíble, tendrá por verdad lo que escribimos.
"No entiendo cosa de cuantas me decís, chica ni grande." "Pues este libro las dice me respondió , que se llama Grandezas de la espada, y es muy bueno y dice milagros. Y, para que lo creáis, en Rejas, que dormiremos, esta noche, con dos asadores me veréis hacer maravillas; y no dudéis que cualquier que leyere en este libro matará a todos los que quisiere."
Porque el estilo, quien quiera que leyere las unas y las otras con un poco de atención, no le juzgará diferente, como ni una persona vestida de máscara, por mucho que se quiera disfrazar, podrá dejar de ser conoscido, yo diré francamente la verdad. Todas cuantas cartas andan en nombre de otros con las mías, son desa mi pluma grosera, tal cual la que me cupo por suerte.
Hermana Penchang estaba allí para comprar un anillo de brillantes que tenía prometido á la Virgen de Antipolo: á Julî la había dejado en casa aprendiendo de memoria un librito que le había vendido el cura por dos cuartos, con cuarenta días de indulgencia concedidos por el arzobispo para todo el que lo leyere ú oyere leer.
Palabra del Dia
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