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No hay sino un sacerdote que ha visto esa lepra asquerosa del ateismo y quiere curarla. ¿Lo oye Vd., madre? Si Vd. no me ayuda, lo haré yo solo... lo intentaré yo solo; y si no puedo lograrlo, se lo diré a todos ustedes, cara a cara, sacudiré en la puerta el polvo de mis zapatos, como los patriarcas de Israel cuando salían de la casa de los impíos, y no volverán ustedes a verme nunca.

12 Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, y la lepra cubriere toda la piel del llagado desde su cabeza hasta sus pies, a toda vista de ojos del sacerdote; 14 Mas el día que apareciere en él la carne viva, será inmundo. 15 Y el sacerdote mirará la carne viva, y lo dará por inmundo. Es inmunda la carne viva: es lepra. 18 Y cuando en la carne, en su piel, hubiere postema, y se sanare,

2 Cuando el hombre tuviere en la piel de su carne hinchazón, o postilla, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su carne como llaga de lepra, será traído a Aarón el sacerdote, o a uno de los sacerdotes sus hijos;

29 Y al hombre o mujer que le saliere llaga en la cabeza, o en la barba, 30 el sacerdote mirará la llaga; y si pareciere estar más profunda que la tez, y el pelo en ella fuera rubio y adelgazado, entonces el sacerdote lo dará por inmundo; es tiña, es lepra de la cabeza o de la barba.

Todavía subsisten algunas supersticiones entre estos indios: cuando enviudan, por ejemplo, creen que hallarán la muerte si van á la caza del tigre, y que se cubrirán de lepra si matan una vivora. Cuéntanse allí como once mil cuatrocientas once cabezas de ganado vacuno, pertenecientes al Estado, y tres mil ochocientos cinco caballos.

Comprende desde temprano que el sufrimiento y la pobreza son para Dios las más altas dignidades de esta vida; y visita de continuo los hospitales, entra en las covachas de los cholos y los indios, buscando las fiebres, las llagas, la lepra; asila en su oratorio a las ancianas que escarban las basuras de los muladares para buscar el sustento; cura con sus manos a bubosos y cancerosos abandonados por sus parientes.

27 y al séptimo día el sacerdote la reconocerá; si se hubiere ido extendiendo por la piel, el sacerdote lo dará por inmundo; es llaga de lepra. 28 Pero si la mancha se estuviere en su lugar, y no se hubiere extendido en la piel, sino que está oscura, hinchazón es de la quemadura; lo dará el sacerdote por limpio; que señal de la quemadura es.

Y en este caso, ¿cómo impedir que aquella gentileza de Venus púdica, o mejor dicho, aquella realizada idealidad de virgen cristiana, atrajera sobre todas las voracidades de los hombres descorazonados y todos los venenos de las mujeres envidiosas, y que fuera esta lepra inficionando poco a poco a la inocente? ¿Cómo evitar, cuando menos, que con el continuado roce con tantas y tan diversas intenciones se destruyera el artificio y quedaran de manifiesto a los ojos de Luz las negras realidades que la marquesa le escondía hasta dentro de su misma casa?

Un ángel pálido, y de rizos muy negros, reluce de súbito ante ella, y le ofrece una corona de lágrimas y alba vestidura formada de postillas de lepra que la envía Nuestro Señor, desplegando, en seguida, el velo nupcial, incorpóreo velo, sólo visible para el alma, un velo hecho de suspiros y sollozos de este mundo.

Doña Constanza tuvo lepra enfermedad que en aquellos tiempos no perdonaba á las emperatrices , y Santa Bárbara curó milagrosamente á su devota. Para perpetuar este suceso, allí estaba Santa Bárbara en el cuadro, vestida con ancha saya y mangas de farol acuchilladas, lo mismo que una dama del siglo XV, y á sus pies la basilisa con traje de labradora valenciana y gruesas joyas.