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Actualizado: 18 de julio de 2025
Acerca de todo esto, don José Echegaray podría referirnos muchos y muy curiosos lances, especialmente si recordase el estreno de La escalinata de un trono, drama que la trágica María Guerrero, bella, soberbia, irresistible, defendió como una leona. Pero tan hermoso espíritu de solidaridad y sacrificio sólo late perenne en las relaciones de los actores para con el autor.
Esa nación grandiosa que, a porfía, conquista mandos con ardor valiente, también ensalza con fervor creyente, las sublimes grandezas de María. De fervorosa y mística alegría, se ilumina su rostro de repente, y se postra de hinojos, reverente, cuando pasa la virgen por su vida. Y es que en esa nación de maravilla, la lumbre de la fé constante brilla, y hasta en la sangre de sus venas late;
Aún respiran los viejos corazones que arrullaron al mundo en sus ternezas, y ante quienes bajaron las cabezas el orgullo de cien Napoleones; Aquella intrepidez en el combate aún existe y vigorosa late en el alma inmortal de su soldado; ¡La patria, vencedora de cien lides, abre de nuevo el libro del pasado, donde vagan las sombras de los Cides! ESPA
Era la vida meridional, franca, bulliciosa, expansiva, que no teme la mirada curiosa del paseante, antes la solicita y se huelga con ella, donde aún late vivo, después de tantos siglos, el sentimiento de la hospitalidad, la religión de los árabes. Sevilla ofrecía a tal hora un aspecto mágico, un encanto que turbaba el ánimo y convidaba a soñar.
Al verle, me latió el corazón, como late el de los grandes capitanes la víspera de una batalla. Veamos, hija mía me dijo así que hubo corregido los deberes y esbozado una mueca al notar su laconismo, pasemos a Francisco I y examinémosle bajo todas sus faces.
Después me han contado lo que dije entonces; si las informaciones son exactas, fue esto, poco más o menos: «Señoras y señores... yo no soy ya un jovencito, pero no lo siento... y si alguno quisiera sostenerme que la juventud no debe unirse sino con la juventud, yo le replicaría que eso es una mentira infame... En mí puede verse la prueba de lo contrario, porque yo no soy ya joven... pero eso no ha de impedir que haga feliz a mi mujer, porque mi mujer es un ángel... y yo, yo tengo un corazón amante... ¡sí! ¡un corazón amante es el que late aquí debajo de mi chaleco!... y el que lo dude, que venga... que yo le abriré mi pecho»...
Por toda distracción, dos horas de paseo en el jardín del viejo claustro. ¿Conocéis un jardín de claustro? grandes encinas negras y silenciosas, un césped raquítico encuadrado en verjas de cañas, y el sol a mediodía; eso es todo. Así, confesad, que cuando un día de fiesta se ha podido escapar de la iglesia para ir a su celda, ¡el corazón late desahogado y alegre!
Soy de los hombres que el dolor no abate ni la implacable adversidad humilla; luz de esperanza en mis pupilas brilla, hirviente sangre en mis arterias late. Me enamoran los lances del combate y abandono a la mar mi fuerte quilla, buscando, como el nauta de Castilla, tierra que ante mis ojos se dilate.
Yo te creía más pacífico... ¡Me has dado un susto!... Todavía me late el corazón con prisa. ¡Ah, señorita! ¡Si usted supiera el sentimiento que tengo por haber hecho esa barbaridad!... Me estaría dando de palos hasta romperme la cabeza, por bruto. Pero ya ve usted, era mi primo... Usted es muy buena, señorita, y me perdonará, ¿no es cierto?
Pues bien, á ese bracero nadie le ha preguntado quién es cuando llegó esta mañana á ese late, cogió una herramienta, cortó un pono, limpió sus hebras, las acumuló con las de otros y al caer el sol colgará de la romana el montón de blanco filamento, y ya sabe que si ha beneficiado una arroba, media es suya, recibiendo en el acto el precio de su trabajo.
Palabra del Dia
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