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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Si algunos caballeros respetables se aproximaban a los grupos de damas para conversar con ellas, hasta las más viejas, que parecían ajenas a las vanidades mundanales, los repelían con dengues juveniles. ¡Ay, no se acerquen ustedes! Estamos horribles. Con este maldito mar está una impresentable. Todas tenemos algo verde en la cara.

Nada de miriñaques ni ahuecadores en aquellas muchachas. El pobre vestido corto, sobre todo en verano, se ciñe al cuerpo y se pliega graciosamente, velando y revelando las formas juveniles, como en la estatua de Diana cazadora. Por desgracia, las damas del lugar han adoptado, en cuanto cabe, casi todas las modas francesas, y van perdiendo el estilo propio de vestirse y peinarse.

Ha llevado siempre una existencia sobria, y sabe que existe en él todavía un gran fondo de vigor, una buena reserva de los tesoros juveniles. No es una ilusión, no se deja engañar por falsas apariencias. Goza de una salud de hierro, conserva todos sus dientes y sus cabellos; sus músculos tienen aún toda su fuerza, sus articulaciones toda su agilidad.

Tal es mi caso, amigo mio: he caminado mucho y viajado poco: y no obstante, tambien como V. soñaba yo allá en mis juveniles años en el placer de los viajes; extasiábame con Robinson, deleitábame con Rolando, no me detenia en engolfarme en el Viajero universal, y acaso acaso tuve mis tentaciones de tomar por modelo al Jóven Anacársis.

Que el muchacho salga de este mal paso; que una vez esté en la calle yo lo cogeré, y antes muere a mis manos que vuelve a escaparse. El señor José estaba trastornado por el suceso. ¡Qué mundo, señores! Parecía cambiado y con gentes distintas a las que él había conocido en sus tiempos juveniles.

Se me antojan prematuramente envejecidos; seres desventurados para los cuales murió en crisálida la mariposa azul de las juveniles esperanzas. Esta tristeza de las almas, en contraste con el risueño aspecto de los campos, trasciende a todo: a los edificios, a las calles, a los trajes, a las personas, a su trato, a sus maneras y a su lenguaje.

El santo respeto a la jerarquía, heredado de los abuelos e ingerido hasta lo más profundo de su alma por largos siglos de servidumbre, influía en el entusiasmo de estos ciudadanos que hablaban a todas horas de la igualdad. Lo que más halagaba al señor Fermín en sus entusiasmos juveniles, era la categoría social de los jefes revolucionarios.

Para que no se extinguiese del todo la memoria de su pasado, peinábase el recio pelo en brillantes tufos sobre las orejas y conservaba luengo en el occipucio el sagrado mechón, la coleta de los tiempos juveniles, signo profesional que le distinguía de los otros mortales. Cuando Gallardo se enfadaba con él, su cólera ruidosa de impulsivo amenazaba siempre a este adorno capilar.

Valls, en sus tiempos juveniles, cuando mandaba buques de su padre, había conocido mujeres de todas clases y colores, viéndose mezclado en orgías marinerescas que acababan entre olas de whisky y golpes de cuchillo. Pablo, cuéntanos aquellos amoríos en Jaffa, cuando los moros te querían matar.

¡No es verdad, Paco; no me ha visto usted! Decía otro: Pilar, ¿dónde compra usted esos abanicos tan monísimos? Pilar prorrumpía en carcajadas. ¡Qué guasón! Y ¿dónde ha comprado usted aquel perro tan feo que llevaba usted hoy en el paseo? Feo, ; pero gracioso. Confiéselo usted. Tales frases hacían desbordar la alegría de aquellos pechos juveniles.

Palabra del Dia

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