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Levantóse entre ellos alarido disforme, y sacando las dagas, lo juraron, poniendo las manos cada uno en un borde de la artesa; y echándose sobre ella de hocicos, dijeron: "Así como bebemos este vino, hemos de beber la sangre a todo acechador." "¿Quién es este Alonso Alvarez pregunté , que tanto se ha sentido su muerte?" "Mancebo dijo el uno lidiador ahigadado, mozo de manos y buen compañero.

Casi todos juraron fidelidad: solo se declaró independiente el intrépido y desleal Witikindo. Véase Eginhart, Annal. Carol. mag. vitæ.

Pero los Francos juraron esterminarlos si no abandonaban sus ídolos, y cumplieron su juramento.

Mirando después al cielo, lanzó un piadoso apóstrofe y dijo así: ¡Barástolis! Por Dios trino y uno, por la Virgen del Sagrario, por Rousseau, por mi vida honrada y por mi conciencia de cristiano juro y rejuro que me alegro con toda el alma. Cuando Salvador salió de su alcoba, abrazáronse estrechamente ambos señores y juraron ser amigos fieles en lo que les quedara de vida.

Dió principio á este acto, el domingo 11 de setiembre despues del Evangelio, el obispo, prestando su juramento sobre un misal preparado en la capilla mayor. Sentado luego en una silla, fueron por su órden llegando los prebendados, capellanes, corregidor y veinticuatros, y juraron lo mismo en sus manos.

Desde entonces vemos introducida en Aragon la coronacion y uncion de los reyes, aunque no todos usaron esta ceremonia, como lo comprueba, que el Sr. D. Jaime 1.º hijo del anterior no se coronó, bien que en él principió otra costumbre, pues fué el primero á quien los aragoneses en forma de Reino juraron.

Se susurraban rumores de inteligencias entre los estudiantes y los remontados de San Mateo; se aseguraba que en una pansitería juraron sorprender la cindad; se habló de barcos alemanes, fuera de la bahía, para secundar el movimiento, de un grupo de jóvenes que, so capa de protesta y españolismo, se iban á Malakañang para ponerse á las órdenes del General, y que fueron presos por descubrirse que iban armados.

Llámase, por singular antífrasis, Casa de las Batallas, cuando debía llamarse Casa de las Paces, dado que en ella las pactaron y juraron dos bandos ferocísimos que, durante mucho tiempo, cubrieron á Salamanca de sangre y luto. «Ira odium generat, concordia nutrit amorem» dice una inscripción sobre el arco de la puerta de aquella casa desde el día que se firmaron allí las mencionadas paces.

Ambos amantes se juraron eterna fidelidad. «Antes morir que ser de otro», dijo ella. «Antes morir que ser de otra», respondió él. Y esta promesa se hizo repetidas veces y se solemnizó y corroboró con los juramentos más terribles. Después de esto, ¿qué remedio había sino casar cuanto antes a los primos novios?

Procuró Alvar Nuñez la amistad de Irala, y en efecto se juraron el uno al otro union y fraternal; quedando Irala, con la potestad que antes, de mandar el pueblo.