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Actualizado: 14 de mayo de 2025
-Ellos -respondió Sancho- son tres mil y trecientos y tantos; de ellos me he dado hasta cinco: quedan los demás; entren entre los tantos estos cinco, y vengamos a los tres mil y trecientos, que a cuartillo cada uno, que no llevaré menos si todo el mundo me lo mandase, montan tres mil y trecientos cuartillos, que son los tres mil, mil y quinientos medios reales, que hacen setecientos y cincuenta reales; y los trecientos hacen ciento y cincuenta medios reales, que vienen a hacer setenta y cinco reales, que, juntándose a los setecientos y cincuenta, son por todos ochocientos y veinte y cinco reales.
Despedime de Inés, que a hurtadillas me dijo: Cuidado con lo que te he encargado. Y luego tardó en despedirse de lord Gray más de diez minutos. Por mi parte anhelaba salir para no volver más a aquella casa, y saludando a la condesa, echeme fuera, juntándose conmigo en la escalera lord Gray, que salió un poco después.
Diéronse entonces por perdidos los neófitos, y al santo varón le saltaba de júbilo el corazón en el pecho, esperando llegar finalmente al término de sus deseos, regando aquella tierra con su sangre, para que en los años siguientes correspondiese con abundante fruto á los trabajos y sudores de quien la cultivase y á la verdad por poco se le hubieran cumplido sus deseos, porque juntándose en lo más oscuro de la noche los más principales para tomar la última resolución, estuvieron gran rato dudosos de lo que harían: y sólo aquel milagro de habérseles pasmado los brazos cuando le quisieron flechar, obligó á todos al miedo de que no les sucediese lo mismo si intentasen matarle; mas no por eso aplacaron la ira del cielo, que había tomado á su cuenta la venganza de aquella injuria; y así encendió entre ellos una enfermedad pestilencial, que quitó la vida á los más culpados.
Las elecciones las practican juntándose ocho o más días antes, y cada capitular propone un indio para que ocupe el empleo que él ejerce, consultando antes la voluntad del corregidor y la del administrador, que son los principales en que rueda esta máquina.
Parecía imposible que de los Luna, tan tranquilos y formalotes, hubiese podido salir una muchacha con redaños bastantes para escapar a ese Madrid, donde nunca había estado, juntándose con su hombre, sin miedo a Dios y a las gentes. ¿A quién podía parecérsele la mosquita muerta?
Así, se conoció al tiempo de la expulsión que en los treinta pueblos sólo había tres o cuatro caciques corregidores; sin duda recelaban que, juntándose a la veneración que los indios tienen a sus caciques, la que les correspondía por el empleo, quisieran tener más autoridad que la que en aquel tiempo convenía.
Cerró la carta el secretario y despachó luego al correo; y, juntándose los burladores de Sancho, dieron orden entre sí cómo despacharle del gobierno; y aquella tarde la pasó Sancho en hacer algunas ordenanzas tocantes al buen gobierno de la que él imaginaba ser ínsula, y ordenó que no hubiese regatones de los bastimentos en la república, y que pudiesen meter en ella vino de las partes que quisiesen, con aditamento que declarasen el lugar de donde era, para ponerle el precio según su estimación, bondad y fama, y el que lo aguase o le mudase el nombre, perdiese la vida por ello.
Y presuponiendo lo que ansí habia pensado, fuése en busca de tres mancebos, hijos de señores y amigos suyos, y hijos de aquellos señores con quien su padre habia entrado en consulta para se salir y dar obediencia al Chanca, los nombres de los cuales mancebos eran, el uno Vica Quirao , y el otro Apo Mayta, y el otro Quilescachi Urco Guaranga; y juntándose Inca Yupanqui con estos tres mancebos señores, consultó con ellos lo que tenia pensado, y díjoles que ántes se debia presuponer y holgar de recebirse la muerte, que no vivir en tal subjecion é infamia, no habiendo sido nacidos subjetos.
Por otra parte, los caminos no estaban muy apetecibles que dijéramos, para que una mujer de sus carnes se aventurara a pisarlos de noche sin una gran necesidad; amén de que ella no había de causar apuros ni extorsiones en la casa, porque bien sabía Mari Pepa que, en juntándose las dos, siempre hacían «cama redonda».
En efecto salieron del convento D. Antonio Goiburu, y D. Manuel Puche, que fueron recibidos con brazos y demostraciones de buena fé, y sucesivamente se determinaron á hacer lo mismo los que quedaban, juntándose hasta 18 que tuvieron la felicidad de salvar sus vidas del furor de la pasada conjuracion.
Palabra del Dia
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