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Actualizado: 2 de octubre de 2025


La verá usted me dijo; quiero que coma usted hoy con ella. Pero estos papeles... este testamento... ¿Y qué? replicó, sonriendo; eso ya no me concierne. Felizmente para , Judit me amará sin esas riquezas... Adiós, señor; voy a verla, voy a encontrar a su lado mucho más de lo que he perdido. Y salió con la mirada radiante de dicha y de esperanza.

¿Y desea usted acompañarme a ese sitio? exclamó Judit sorprendida, porque el Conde jamás había salido con ella, nunca le había dado el brazo en público. Sin duda alguna... para que todo el mundo la vea repuso Arturo paseándose agitado.

Pero, ¿se encontraba, acaso, en aquel momento, mejor dispuesto a apreciar la bella música? ¿Era más dichoso? ¿Había recuperado al fin a su Judit, o la había perdido? Todavía ignorábamos los obstáculos que los separaban, y nuestra impaciencia por conocer el desenlace de la historia se aumentaba con la ausencia del narrador.

Durante todo aquel día, tuvo Judit en la imaginación la figura del hermoso desconocido, con sus grandes y expresivos ojos negros, pues aunque, aparentemente, no le había mirado, no por eso dejó de examinar su apostura, sus maneras y hasta su traje. Creía estar oyendo aún aquella voz tan dulce, cuyas palabras habíanse grabado en su memoria.

Por lo demás, ella tiraba del cordón y hacía recados, mientras su sobrina hacía conquistas; porque no se podía, en modo alguno, pasar frente a la habitación de la portera sin admirar a la pequeña Judit, que entonces tendría apenas doce años.

Por más infiel que sea Judit, no me arrepiento de haberme arruinado por ella... Pero ser por ella enriquecido es demasiada humillación para .

Esto era lo único que anhelaba Judit; y, efectivamente, produjo honda impresión esta noticia al día siguiente en el saloncillo del baile. ¿Pero es de veras? Te lo aseguro. Parece imposible... ¡Esa remilgada! ¡Qué suerte tiene!... ¡Una figuranta, una corista! En tanto que yo... ¡una primera parte! ¡Es irritante! Pero es natural decían otras; hay que confesar que es muy guapa...

Tal vez deseen saber ustedes lo que sucedía, entretanto, en la casa de la calle de Richelieu, pero no puedo decírselo. No faltaba quien asegurase que una amiga de la señora Bonnivet se había encargado de substituirla interinamente, hasta el día en que la pequeña Judit hiciera suerte.

Es cierto repuso el señor Baraton, haciendo una mueca; se han dado casos... Pero comprenderán ustedes que ni la señora Bonnivet ni su sobrina pensaban entonces en tales grandezas. Es preciso avanzar en todo de una manera progresiva, y paso a paso. ¿Y Judit? pregunté yo, porque veía transcurrir el entreacto. De ella me ocupo.

El pobre Arturo me inspiraba lástima, y más de una vez temí que enloqueciera. La escena del baile de máscaras le había impresionado profundamente... Había momentos en que, al acordarse de aquella Judit que había vuelto a encontrar sin verla, que se le había aparecido sin descubrirle sus facciones, se creía víctima de una alucinación.

Palabra del Dia

amitié

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