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Actualizado: 15 de junio de 2025
Era moreno, de aspecto jovial y atrevido, con la cabeza puntiaguda, la mandíbula cuadrada y unas orejas prominentes. Llevaba siempre en su mano derecha un bastón, con el que pegaba á sus hermanos. A la hora de las comidas se apoderaba de las porciones de los otros, amenazándoles si protestaban.
Desde entonces se observó que la jovial y aturdida Antoñita era la predilecta del doctor y que ella y no Magdalena poseía el privilegio de decirle cuanto le venía en gana.
Cuando por las noches veía entrar de la calle a D. Baldomero, tan bondadoso y jovial, siempre con su cara de Pascua, vestido de finísimo paño negro y tan limpio y sonrosado, no podía menos de pensar en los nietos que aquel señor debía tener para que hubiera lógica en el mundo, y decía para sí: «¡Qué abuelito se están perdiendo!». Una noche fue al teatro Real de muy mala gana.
No era su carácter muy jovial, propendiendo a una especie de morosidad soñadora y mórbida, como la de las doncellas anémicas; pero en aquel punto respiraba con tal desahogo por haber encontrado una solución, que sus manos temblaban, deshaciendo con alegre presteza el embutido de calcetines y ropa blanca y dando amable libertad al canal y manteo.
Luschía, el jefe, era uno de los tenientes del Cura y además capitaneaba su guardia negra. Sin duda, gozaba de la confianza del cabecilla. Era alto, huesudo, de nariz fenomenal, enjuto y seco. Tenía Luschía una cara que siempre daba la impresión de verla de perfil, y la nuez puntiaguda. Parecía buena persona hasta cierto punto, insinuante y jovial.
A aquella hora avanzada del día estaba siempre de mejor humor del que le vimos en el almuerzo, y se sentía muy satisfecho al cumplir con el deber, hereditario en su familia, de mostrarse protector ruidoso y jovial.
Fueron inútiles cuantas gestiones hizo para averiguar su paradero. Afortunadamente la Providencia se encargó de llevarlo a sus brazos. Santiago reía unas veces, lloraba otras mostrando siempre el carácter franco, generoso y jovial de cuando niño. Paró el coche al fin. Un criado vino a abrir la portezuela. Llevaron a Juan casi en volandas hasta su casa.
Hace usted perfectamente respondí, y exclamé otra vez para adentro: «¡Pobre Villa!» Durante el almuerzo estuvo alegre y jovial, como hacía muchos días no le veía, como si acabase de recibir una grata nueva. A las dos en punto nos personamos en casa de Padul. Poco después llegaron Elena y su tío, y luego, otro chico a quien no conocía.
El Magistral oyó con paciencia el discurso del médico y, por decir algo, dijo: No podrá usted negar que en esta casa el trato es jovial, franco; a cien leguas de toda gazmoñería. ¡Otra farsa! No sé quién diablos ha enseñado a mi prima esta comedia. El que entra aquí piensa que es calumnia lo que se cuenta de la rigidez monástica de este hogar honrado, pero aburrido. Las apariencias engañan.
Inés prorrumpió en una carcajada tan natural, tan graciosa, tan fresca, tan jovial, que hasta las paredes del convento parecían regocijarse con tan alegre música.
Palabra del Dia
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