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Actualizado: 23 de junio de 2025


Un argumento presentaba Rafaela a veces contra las pretensiones de D. Joaquín, pero éste refutaba victoriosamente el argumento. Decía Rafaela que no eran los Figueredos de Portugal, sino los Vargas Machucas de Castilla, los que machucaron a los moros y acabaron con el feudo de las cien doncellas.

Yo..., yo, verdaderamente... manifestó Joaquín con aquella indolencia que de su cuerpo a su pensamiento se extendía . No lo afirmo ni lo niego.

Este es mi pariente, y bien yo que si su padre le viese, había de estar tan embobado con su hijo como lo estoy yo con mi sobrino, por tan buena cualidad como en él se ha llegado a reunir. Conoce mi Joaquín esta fragilidad y aun suele prevalerse de ella. Las ocho serían y vestíame yo, cuando entra mi criado y me anuncia mi sobrino. ¿Mi sobrino? Pues debe ser la una.

Don Víctor no llevaba traza de poner fin al palique y Ana misma se creyó en el caso de decir: Vaya, vaya... hasta mañana; Víctor, adentro, adentro. Y cerró las vidrieras en las narices de Álvaro y de los pollos. Paco y Joaquín desaparecieron en lo obscuro del corredor. Quintanar ya estaba de espaldas, allá en el fondo de la alcoba, en mangas de camisa.

¡Y si en todo lo que uno hace estuviese seguro del acierto! pronunció con ahogada voz el señor Joaquín, balanceando su cuello de toro. Eso se mira antes..., ¡pero teníamos tanta prisa..., tanta prisa, que no para qué sirven esos pelos blancos y esos añitos que llevamos acuestas!

Y así, sin más dudas ni recelos, atravesó el señor Joaquín la borrasca revolucionaria y entró en la restauración, muy satisfecho porque don Fulano sobrenadaba, y se apreciaban sus méritos, y tenía la sartén por el mango hoy como ayer.

No hay nadie que entienda como esa gente inglesa el modo de hacer vida elegante en medio de la Naturaleza. Botín, que ha estado en Inglaterra, me contaba cosas que me hacían feliz. JOAQUÍN. Pues si lo prefieres, iremos a Londres y Escocia. ISIDORA. Calla, calla. Te diré... Iré yo sola, o contigo, si quieres acompañarme... Porque no me casaré, Joaquín; viviré soltera riéndome del mundo.

Ahora que anochece. JOAQUÍN. Es que es un chubasco, tonta. El cielo está negro. ISIDORA. Es hora de marcharme. Mira el reloj. Todavía me debes una hora, según lo convenido.

JOAQUÍN. No he tenido el gusto de ver a su señoría. ISIDORA. ¡Cuánto he andado, cuánto he corrido hoy!... He vuelto a casa de Emilia para ver a Riquín. JOAQUÍN. Has hecho bien en dejarle allí. En ninguna parte estará mejor. Dios de mi vida, ¡qué angustia! Déjame, que yo iré arreglando las cosas. Por de pronto es preciso que salgas de aquí.

Pues Joaquín nos estaba contando el cuento de más chispa que... ¡Melín es un animal! interrumpió una voz seca. Un cuadrúpedo añadió otro, en tono sepulcral. Y el silencio volvió a reinar después de estas declaraciones. El viejo miró rápidamente en torno al grupo. Luego, su cara se transformó poco a poco.

Palabra del Dia

rigoleto

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