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No lo crea usted. ¿Y usted qué dice, Ronzal? Yo... distingo... si el bajo es cantante.... Pero a no me vengan ustedes con música... ¿saben ustedes lo que yo digo? «Que la música es el ruido que menos me incomoda.... ¡Ja! ¡ja! ¡ja! Además, para tenor ahí tenemos a Castelar... ¡ja! ¡ja! ¡ja!».

Yo soy el que me río.... Ja, ja, ja.... Filósofo lo puede ser el último gato. Todos los filósofos son unos farsantes, charlatanes de feria. ¿Para qué sirve la filosofía? Ya lo dijo Saquespeare pronunciado así : «la filosofía no sirve ni para curar un dolor de muelas». Hombre, hombre... objetó el señor Novillo . El arte dramático tampoco sirve para curar dolores de muelas.

¡Ja! ¡ja! ¡ja! exclamó la anciana bruja, inclinando siempre su alto peinado hacia el ministro. Bien, bien: no necesitamos hablar de esto durante el día; pero á media noche, y en la selva, tendremos juntos otra conversación.

Mi hortelana aprovecha todas las ocasiones para decirme que es usted muy guapo. Dele usted las gracias... ¿Qué más? Hasta mi tía, mi pobre tía que vive en el Limbo, ha salido de él para decirme el otro día: «¿Sabes que Rafaelito viene mucho por aquí? ¿si querrá casarse contigoYa ve usted; casarse ¡! ¡! ¡! ¡casarse! La pobre señora no ve más que esto en el mundo.

«¿Qué dices? preguntó después como quien sostiene un diálogo . Habla más alto, que con el ruido del órgano no se oye. ¡Ah!, ya entiendo... Estate tranquila, que aunque me maten, yo te lo traeré. Ya sabrán quién es Mauricia la Dura, que no teme ni a Dios... Ja ja ja... Mañana, cuando venga el capellán y bajen esas tías pasteleras a la iglesia, ¡qué chasco se van a llevar!».

¡Ja, ja, ja! Por lo cual no ha logrado todavía salir diputado. ¡Ja, ja, ja! ¿Conque no es cierto, eh? ¡Ni con cien leguas! ¡Qué demonio de chico! exclamó entonces don Simón, pellizcándose los muslos.

Federico no lo sabrá; no lo sabremos más que yo y el intendente; en el sitio a que va las ventanas tienen estrechas rejas de hierro, por donde no se podría escapar ni un gato. ¡Ja! ¡Ja! ¿Por qué ocultaros lo que va a complaceros tanto como a ?

Soy tu padre; eres mi única hija: ¿qué canástoles ha de preocuparle a uno si no son esas cosas tan agradables y tan?... En fin, que estoy en lo mío estando en esas cavilaciones y con esos recreos del ánimo... Pero aguárdate un poco, que no voy a tomar punto de ello en esta ocasión para acabar de aburrirte con otra rociada de chicoleos... ¡Pues tendría que ver la ocurrencia, canástoles! ¡Ja, ja, ja!

Alégrate, Beppa; otra vez a cantar, correremos el mundo; jamás volverás a este rincón de todos, donde he querido educar niños. ¡A vivir! ¡A tratar a puntapiés al hombre! ¡así! ¡así! ¡como el peor de los animales! Me río al pensar en mi estupidez; ¡qué locura, creer en ciertas cosas! ¡Ja, ja, ja! Y desde la plaza se oyeron las carcajadas.

Verá usted qué bien me voy a portar ahora. ¿Hombres?, ni mirarlos. No quiero cuentas con ninguno. Mi hijito y nada más. ... quien te conozca que te compre. ¡Ah!, usted no me conoce, señora... ¿Cree que...? Ja, ja, ja... Mi hijito, y aquí paz... Verá usted; nos haremos cargo de que es hijo de las tres, y tendrá tres madres en vez de una... A la santa le hizo gracia aquella extraña idea.