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Actualizado: 18 de junio de 2025
Con un valor, con una caridad sin límites, me toleraba cerca de ella, me vigilaba, me socorría por su continua presencia. Inventaba medios para distraerme, para aturdirme, para interesarme en ocupaciones serias que me absorbieran.
No podía conocer ya la cifra de su dote... ¿quién lo habría informado? ¿Por qué entonces suponer que su admiración se fundaba en cálculos interesados? ¿Por qué no creer más bien que Diana inventaba una perversidad para amargarle el placer de haber gustado a Huberto?
A todos alcanzaba algo de responsabilidad en esta muerte; pero cada uno, con hipócrita egoísmo, atribuía al vecino la principal culpa de la enconada persecución, cuyas consecuencias habían caído sobre el pequeño; cada comadre inventaba una responsabilidad para la que tenía por enemiga.
Todo era confusion, desórden y alboroto, sin el menor fundamento; porque la malicia de los seductores inventaba estas y otras especias sediciosas para conmover los ánimos.
Ponía la firma de quien le parecía, escribía nuevas que inventaba a las personas más honradas y dábalas en aquel traje cobrando los portes. Y esto hacía cada mes, cosa que me espantó ver la novedad de la vida. Entraron luego otros dos, el uno con una ropilla de paño, larga hasta el medio valón y su capa de lo mismo, levantando el cuello porque no se viese el anjeo, que estaba roto.
Me ha dicho esta mañana Ballester que tiene algo de reblandecimiento cerebral. Ofrecíase a hacer compras de que doña Lupe tenía necesidad, e inventaba menesteres que motivaran una salidita. La taimada viuda de Jáuregui comprendió que una sujeción absoluta sería perjudicial, y empezó a darle libertad.
Cuando se decidía por una falda corta que apenas le llegaba á las rodillas, inventaba inmediatamente, á guisa de compensación, unas mangas muy largas y un cuello que subía hasta sus orejas.
El corcovadito le maltrataba de diario, aguzaba el ingenio para atormentarle, y todos los días inventaba nuevas diabluras contra el pobre animal que, cansado de las fechorías del muchacho, escapaba, gruñendo, para volver a poco, cariñoso y sumiso, a lamerle las manos.
Lo más censurable que en él había, estaba fundado en el consorcio estrecho, en la combinación fecunda de su imaginación y de su memoria. Se diría que recordaba cuanto inventaba y que inventaba cuanto recordaba. Siempre que contaba algo, lo soñado y lo vivido eran como si fuesen idénticos, apareciendo él de resultas, no embustero, sino poeta.
Caminos de suaves curvas, limpios y firmes como el piso de un salón, se extendían por el borde del mar ó ascendían á las cumbres de los Alpes, pasando de cresta en cresta por viaductos de atrevidos arcos. Las carreteras se sumían en largos túneles. Donde la roca vertical no permitía abrir una cornisa, el constructor la inventaba con taludes de muchos metros cuya base se perdía en las olas.
Palabra del Dia
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