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Actualizado: 28 de junio de 2025


Allí era donde más intolerable resultaba el olor de alcohol. Parecían impregnados de él los alientos y la ropa de toda la gente. Vió Batiste á Pimentó y á sus contrincantes sentados en taburetes de fuerte madera de algarrobo, con los naipes ante los ojos, el jarro de aguardiente al alcance de una mano y sobre el cinc el montoncito de granos de maíz que equivalía á los tantos del juego.

Cosa fuera de duda es que los judíos españoles durante el largo reinado de Witiza fueron mantenidos en el mas intolerable cautiverio, i que no adelantaron el menor paso en el propósito de terminar la rigorosisima opresion i la vileza en que habian sido puestos por otros monarcas.

Muy hermosa la isla y su romántico albergue durante los primeros meses, cuando lucía el sol, estaban verdes los árboles y las costumbres isleñas ejercían sobre su ánimo el encanto de una novedad bizarra. Pero había venido el mal tiempo, la soledad era intolerable, y la vida de los campesinos se le aparecía con toda la rudeza de sus bárbaras pasiones.

El amor es loco, Marianela. Es la única locura sensata. Hay otras, el orgullo el envanecimiento, la soberbia, que son mucho más insensatas. Pero todos padecemos estos defectos. Ahora bien: debemos aplicar la reflexión a reprimirlos todo lo posible; porque, si la vanidad de los demás resulta intolerable cuando lastima la nuestra, pasa igual a los otros cuando la nuestra lastima la suya.

En fin, me contenté con escribir al señor Laubepin, que mi situación podía hacérseme intolerable, bajo ciertas faces, de un instante á otro, y que ambicionaba ávidamente cualquier empleo, si menos retribuído, más independiente. Desde el día siguiente, me presenté en el castillo, donde el señor de Bevallan me acogió con cordialidad.

Oiga usted al señor Obispo en los días que él quiere lucirse.... Oiga usted... a otros buenos predicadores que hay.... Y si no fuera vanidad intolerable, añadiría óigame usted a algunos días de los que Dios quiere que no me explique mal del todo.

Llegó a admirarla como un bruto: el ideal de la belleza se encarnó para él en sus carnes frescas, sonrosadas y un tanto crasas. El cuarto de la planchadora era una verdadera estufa en las tardes de verano. La proximidad del tejado, lo bajo del techo y la hornilla encendida se conjuraban para hacerlo intolerable.

Estorbaban las mujeres: su proximidad era intolerable en las horas de operación. Bastaba un quejido del torero, para que al momento respondiesen desde todos los extremos de la casa, como ecos dolorosos, los alaridos de la madre y la hermana, y hubiera que contener a Carmen, que se debatía como una loca, queriendo ir al lado de su marido.

Salvatti, amparado de aquel prestigio que cuidaba religiosamente, se sostenía como artista. Despedíase de la vida a la sombra de aquella mujer, la última que había creído en él y que toleraba su explotación. Aplaudida por públicos famosos, cortejada en su camerino por grandes señores, Leonora comenzaba a encontrar intolerable la tiranía de Salvatti.

Decididamente, querida, puedes dar cruz y raya a las sentimentales grisetas de Murger y no tienes ni pizca de ese espíritu práctico de que se jactan los hijos de la prudente Albión. Tienes razón, Raúl. De otro modo no hubiera soportado tanto tiempo esta situación intolerable, cuyo fin no veo, a pesar de tus promesas. ¿Mis promesas? ¿Soy tu mujer, o no?

Palabra del Dia

lanterna

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