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Actualizado: 14 de mayo de 2025


A fin de decir, sin emplear muchas, algo digno de esta mujer, sería necesario, aunque fuese en grado ínfimo, poseer una sombra siquiera de aquella inspiración que la agitaba y que movía al escribir su mente y su mano; un asomo de aquel estro celestial de que las sencillas hermanas, sus compañeras, daban testimonio, diciendo que la veían con grande, y hermoso resplandor en la cara, conforme estaba escribiendo, y que la mano la llevaba tan ligera que parecía imposible que naturalmente pudiera escribir con tanta velocidad, y que estaba tan embebida en ello que, aun cuando hiciesen ruido por allí, nunca por eso lo dejaba ni decía la estorbasen.

Como se ha visto, gracias a una suprema inspiración, no lo fue tanto como se temió, pero lo bastante para empañar para siempre, en un minuto, el honor de su mujer y el suyo. Mientras se esparcía por los salones, entre cuchicheos y risas, la nueva de la desaparición de Juana, arrebatada por su marido, el señor de Maurescamp sentábase bruscamente al lado de su mujer en su cupé.

En la más elevada cumbre de sus montes no resplandecía aún restaurado el castillo que llaman de la Peña, donde el maravilloso ingenio artístico del Rey D. Fernando, consorte de doña María de la Gloria, ha mostrado su inspiración y lucido su inventiva, labrando la piedra con mil primorosos caprichos y dando ser a un extraño monumento arquitectónico que más que de hombres parece vivienda de silfos y de hadas.

Don Enrique viene con los poderes necesarios para cumplir la voluntad del soberano; pero Don Fernando, en vez de sentir alegría por su libertad, declara en un fogoso discurso, de la más sublime inspiración, que prefiere morir en su ignominioso cautiverio á sufrir que pase á poder de los infieles una ciudad cristiana.

Ella conservaba entre las suyas las manos de Juan, y él no se sentía con fuerzas para hacer el menor movimiento ni pronunciar una sola palabra. ¿Ahora estáis mejor? continuó Bettina. No, aun no... lo veo... triste aún... ¡Oh, qué bien he hecho en venir! He tenido una inspiración... Sin embargo, siento algo, siento mucho encontraros aquí.

Y no volvió a ver a Luz; pero lejos de borrársele su imagen en la memoria, más se ahondaban sus trazos cada día al calor del pensamiento, que no se apartaba de ella un solo instante. Llegó a creer que en aquel señorío que el recuerdo de Luz había hecho de su corazón y de su fantasía, había algo de inspiración sobrehumana.

Pero sería injusto negarle cierta inspiración, y hasta me atrevo á decir que aquí entre nosotros aprenderá mucho, si es que llega á ejercitarse en el idioma nacional. Para eso, ¡oh Padre de los Maestros! dijo Flimnap , será preciso que el pobre gigante viva.

«Es idea mía prosiguió la otra con la inspiración de un apóstol y la audacia criminal de un anarquista . Dirá usted lo que guste; pero es idea mía, y no hay quien me la quite de la cabeza... Virtuosa, ; estamos en ello; pero no le puede dar un heredero... Yo, yo, yo se lo he dado, y se lo puedo volver a dar...».

Con violencia llamo a sus puertas para que se me abran. Con ajenjo me alimenta Dios para probarme, y en balde le pido que aparte de ese cáliz de amargura: pero he pasado y paso en vela muchas noches, entregado a la oración, y ha venido a endulzar lo amargo del cáliz una inspiración amorosa del espíritu consolador y soberano.

Y aunque esto último, aunque la habilidad y la inspiración se negasen, siempre quedarían como factores de la victoria, sobre el valor de soldados y marinos, el sufrimiento y la constancia de la nación, que al enviarlos sacrifica heróicamente y murmurando harto poco su sangre y su dinero.

Palabra del Dia

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