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Actualizado: 8 de julio de 2025
¿Qué nos dice esta leyenda, sino que sólo la naturaleza y no la baraúnda de las multitudes puede iniciarnos en la verdad? ¿qué para iniciarse en los misterios de la ciencia es preciso retirarse á la soledad y desarrollar su inteligencia por la reflexión?
Era la canción que el poeta menestral, el amigo de Alberto Durero, escribió en honor de Lutero al iniciarse la gran revolución: y la artista, puesta de pie en la popa, saludando con su sonrisa al ruiseñor, comenzó a cantar: Sorgiam, che spunta il dolce albor, Cantar ascolto in mezzo ai fior Voluttuoso un usignuol Spiegando a noi l'amante vol!...
En ciertos momentos sus ojos agrandábanse con expresión de espanto, como si sintiera el contacto de algo frió e invisible en las manos crispadas que tendía ante ella. La tía Alcaparrona mostraba menos confianza que al iniciarse la enfermedad. ¡Si echara la cosa maligna que lleva aentro! exclamó mirando a Rafael.
Le había enviado Salvatierra, según él decía, para suplirle en su ausencia. El gran movimiento social que iba a cambiar la faz del mundo, debía iniciarse en Jerez. Salvatierra y otros hombres no menos famosos estaban ya ocultos en lo ciudad, para presentarse en el momento oportuno. Las tropas se unirían a los revolucionarios apenas entrasen éstos en la población.
Esta visión hacía gemir de nuevo á la señora de Hartrott: «¡Ay, mis hijos!» Su cuñado, por humanidad, la había tranquilizado sobre la suerte de uno de ellos, el capitán Otto. Estaba en perfecta salud al iniciarse la batalla. Lo sabía por un amigo que había conversado con él... Y no quiso decir más. Doña Luisa pasaba una parte del día en las iglesias, adormeciendo sus inquietudes con el rezo.
Otros hervían en sus casas grandes pucheros de café al iniciarse la temporada de viajes, y llevaban con ellos el negro líquido en botellas, que hacían recalentar, para evitarse este gasto en los hoteles. Los individuos de ciertas cuadrillas pasaban hambre, rezongando en público de la avaricia de los maestros. Gallardo no estaba arrepentido de su vida fastuosa. ¿Y querían que renunciase a ella?...
Y un Ebro, casi contemporáneo, hombre de matemáticas, educado en Inglaterra, obtuvo, al iniciarse las empresas ferroviarias, diversas concesiones de caminos de hierro, que luego cedió a los ingleses por sendas libras esterlinas. Este Ebro no construyó ningún camino, pero hizo el suyo admirablemente.
Tenía su mismo aire majestuoso, y comenzaba a iniciarse en ella un principió de gordura, lo que la hacía parecer de más edad.
Por eso creo que el señor Varona tenía razón cuando afirmaba que aquella palabra era la síntesis más cabal de toda su existencia: en el tiempo de su vida, haciéndola penosa, mirándolo todo como secundario, salvo aquel propósito fundamental y esencial de todos sus días, uno tras otros; y después, al iniciarse la lucha, lanzándose frente al enemigo, buscando la muerte y encontrándola al fin; ¡él no fue más que un sacrificado consciente y espontáneo, desde el primer momento hasta el último!
Al iniciarse su éxodo, el pueblo español estaba en el apogeo de su vigor. Siete siglos de pelea continua con el moro habían virilizado sus costumbres. Hombres de guerra jugaban a detener una muela de molino en plena rotación. Otro, con una cortesía de gigante, arrancaba en una iglesia la pila de agua bendita para que mojase con más comodidad sus dedos una dama de baja estatura.
Palabra del Dia
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