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Actualizado: 28 de junio de 2025
La desdicha y el infortunio nos habían juntado, y serían siempre nuestros compañeros...» «A veces me sentía dichoso, feliz; aleteaban en mi alma las mariposillas de la ilusión; me sonreía la esperanza, y soñaba con auroras primaverales y venturosos días. Y ¿qué era todo eso? Delirios, fantasías, locuras de muchacho que no sabe nada de la vida. ¡Ah!
Los que cojeaban eran reanimados con ruidosos golpes de vara, que les hacían temblar desde las patas a las orejas. Un caballo manso, en la desesperación de su infortunio, intentaba morder a los «monos sabios» que se aproximaban. Entre sus dientes guardaba aún colgajos de piel y pelos rojos.
En el segundo hay más realidad: esa mirada triste, de tristeza contagiosa, esa boca apretada, ese vago gesto de dolor y esa frente ancha y magnífica en donde se entronizó la palidez fatal del sufrimiento, pintan al desgraciado en sus días de mayor infortunio, quizá en los que precedieron a su muerte.
Patria del alma, madre bien amada, hoy con el alma triste acongojada contemplo tu infortunio y tus pesares; tu dolor es mi propia desventura y te envío un saludo de ternura desde el confín de los remotos mares. Patria siempre querida: hoy que lloras vencida, tu imagen pura y santa más y más en mi pecho se agiganta. Y ¿por qué has de llorar?
Ya imaginaba que iba haciéndose llevadero su infortunio, y tal vez no fuese necesario recurrir al extremo de trasladar a don José a casa de Engracia, cuando simultáneamente se le echaron encima dos contrariedades de tal magnitud, que cada una por sí sola era bastante a precipitar aquella resolución. Ambos golpes se anunciaron con amagos.
Ya ve usted cómo, por una deplorable herencia del infortunio y de la muerte, me he casado con otro; de modo que si le he hecho traición ha sido por obedecer la voz de la naturaleza y de la tumba; y lo que todas las potencias del mundo no me hubieran obligado a hacer, lo ha obtenido la última mirada de mi madre.»
Yo me tengo por hombre de recursos, pero me reconozco enteramente incapaz de dar á usted doscientos mil francos de rentas ó de quitárselos á la señorita Laroque. Entonces, señor, déme un consejo. Tengo más confianza en usted, que en mí mismo, pues conozco que el infortunio expuesto siempre á la sospecha, ha podido irritarme hasta el exceso las susceptibilidades de mi honor. Hable.
Un caballero de la Cámara de D. Felipe escribió á Génova dícese que se propagó de seguida por cosa cierta... . Antonio Pérez mostró gran sentimiento, escribiendo expresamente para el Conde de Essex necrología latina , y otra castellana más extensa destinada al público , por muestra de la inmensidad del infortunio.
Nos daba honesta y liberal pobreza El sustento bastante; que con poco Se suele contentar naturaleza.» El primer infortunio que acibaró su ventura doméstica, fué la muerte de este mismo hijo Carlos, á los siete años de edad.
Enmudecido acarició él aquella linda cabeza, ya inclinada por el infortunio, y la niña, viéndole callado y afligido, saboreó la amargura del desengaño irremediable. En aquellos cuatro años transcurridos, Salvador visitaba a Carmen muchas veces.
Palabra del Dia
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