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Allí fue el mesarse las venerables canas, el revolcarse por el suelo, y el dar tan formidables chillidos, que Mutileder, aunque estaba lejos, acudió al sitio, oyéndolos. El infeliz amante supo entonces toda la enormidad de su infortunio, mas demasiado tarde por desgracia.

Tendiendo á regularizar y dulcificar las costumbres, enseñando por medios hábilmente escondidos, la moderacion y el aprecio de si mismo; el respeto á los demas; estimulando la fortaleza por el espectáculo del infortunio acerbo, aconsejando la perseverancia en el bien y la resignacion en los trabajos-

Yo no seré dueño de relegarme, de desterrar mi porvenir. ¡Moriré amarrado a la cadena odiosa que se me ha impuesto, sin hacer un esfuerzo para romperla! ¡Pero no, no se alabarán de mi esclavitud! Antes romperé todas las cadenas a la vez. Eduardo, apiádate de mi infortunio. 9 de mayo.

Hágase lo que se quiera, siente uno hervir la sangre en sus venas. ¡Ah! ¡Motivo hay para ello! El infortunio en todas sus formas rebosa entre esas gentes intrépidas, inteligentes, honradas, que son sin ningún género de duda las mejores de nuestro suelo. He vivido largo tiempo en la costa: en ella son comunes las virtudes heroicas que en el interior se tienen por una rareza.

Aquella situación extraña y nueva para él de tener que exponer sus cuitas a los vecinos de Raveloe, de estar sentado al calor de un hogar que no era el suyo, y de sentirse en presencia de fisonomías y de voces que hacían nacer en él las primeras esperanzas de socorro, ejerció sin duda alguna cierta influencia sobre Marner, a pesar de la viva preocupación que le causaba el infortunio.

Cuando el cuervo de Yégof, volando de cima en cima, se acercaba a aquel lugar de infortunio, el anciano Materne se disponía a disparar su carabina; pero en seguida el pájaro de mal agüero se alejaba velozmente, lanzando graznidos lúgubres, y el brazo del anciano cazador volvía a caer inerte.

Se llevó las manos a los ojos y rompió a llorar con vagidos de cordero abandonado, como un niño que despierta en las tinieblas y siente el vacío en torno suyo, sin que sus manos temblonas tropiecen con el calor del pecho maternal. El mismo día de la nevada, un nuevo infortunio conmovió dolorosamente a Isidro. Al volver a su casa pudo comer.

Yo me figuro uno de esos ángeles réprobos que consumen su eternidad en inútiles arrepentimientos. Algunas veces se eleva pensativo hasta los confines de su primera patria, contempla con una tristeza profunda el cielo del que ha sido desterrado y los bienes que su rebelión le ha arrebatado: su infortunio es aún mayor; y, rugiendo de desesperación, se hunde de nuevo en los abismos.

Así, no hubo nadie entre nosotros que no se abandonase á una franca alegría en el momento en que vimos al señor de Bevallan fuera de la barca. Será preciso advertir que en este mismo momento se completaba su infortunio por un accidente verdaderamente doloroso.

Adivinaban que huía por haberse «desgraciado», y como este infortunio le puede ocurrir á todo hombre que usa cuchillo, se limitaron á darle explicaciones sobre el rumbo que debía seguir, añadiendo algunos pedazos de carne de cabra seca, para que no muriese de hambre en su audaz travesía. Cuando hubo consumido todas sus vituallas, no por esto perdió el ánimo.