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La ternura, la admiración, la dicha rebosaban de su pecho y ya no pudo apartar los ojos de los del Señor, bebiendo en ellos el misterio e inefable deleite de la gloria. El mismo deseo se presentó de nuevo en su mente. Esta vez lo formuló con palabras, cuyo aliento cálido resbaló por sus manos cruzadas delante de la boca.

de mi furor el recelo, ¿por qué en tus ojos fulgura una inefable ventura, una alegría del cielo? ¿por qué te miro trocada de triste en resplandeciente? ¿es que tambien falaz miente el amor en tu mirada? ¡Oh padre! en una explosion Leila exclamó; no tirano pretendas romper insano las leyes del corazon.

Tampoco creas que el pensil mas bello Pueda exalar mas inefable aroma, Cuando el aurora en el oriente asoma Y la tierra le ofrece su ovacion; Que aquí, de las domésticas virtudes Un misterioso olor llena el ambiente, Que baña al peregrino blandamente Si se acerca á tu umbral con emocion.

Y yo le adivinaba, no como pasión que tuviese en la menor impureza, sino como sentimiento etéreo, inmaculado, que no es amor, ni es amistad; que no ha de tener nombre; que es inefable en todo lenguaje de la tierra; que si tiene nombre ha de ser en el cielo. ¿Qué quieres? Vanidad de mujer. Novelas ridículas que nosotras nos forjamos en la imaginación y que, sin duda, no tienen realidad alguna.

Quizás por mucho tiempo no oigáis hablar de ; quizás disfrutéis la inefable satisfacción de creer que he muerto; pero en la obscuridad y lejos de vos, yo me ocuparé de lo que me pertenece. ¿Quién es el culpable, vos o yo? Cuando supe en Madrid que habíais recogido a nuestra hija después de largo abandono, os prometí legitimarla por subsiguiente matrimonio, como correspondía a personas honradas.

Cada uno de estos grandes progresos en el camino de la vida era sorpresa y placer inefable para Julián, confirmando su dedicación paternal al ser que le dispensaba el favor insigne de tirarle de la cadena del reloj, manosearle los botones del chaleco, ponerle como nuevo de baba y leche. ¡Qué no haría él por servir de algo a la nenita idolatrada!

No quiero engañaros; he meditado mucho en el breve tiempo que ha mediado desde que nos conocimos hasta ahora, y me he convencido de que soy otra mujer... cuando os vi, sentí... voy á probar si puedo haceros conocer lo que sentí... sentí que un no qué desconocido, dulce, inefable, se entraba en mi alma, se mezclaba con ella, la fecundaba, la iluminaba; y eso... eso lo siento ahora... pero de una manera tranquila, sin deseos... como no he sentido por ningún otro hombre.

La vida lo ha querido así: ¡que nuestras almas, que estos cuatro seres se hayan encontrado para sufrir un dolor inefable, y que ninguno supiera lo que el otro sufría, o lo supiera siempre demasiado tarde!

Y sin la señorita Bonnetable, que respiraba con ruido como para tragar una píldora enorme, se hubiera creído que no había pasado nada extraordinario. Al fin la situación se mejoró por completo en cuanto la inefable señorita Bonnetable se dignó levantarse para despedirse.

Hubieran examinado nuestra Constitucion y Administración pública, con perfecta tranquilidad, y habrían sentido y gozado ese inefable encanto de nuestro trato oriental, mezcla de abandono y de solicitud, de calor y de frialdad, de confianza y de suspicacia, que hace cambiar de mil colores, á cual más agradables, nuestras relaciones con los extranjeros.