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Actualizado: 27 de octubre de 2025


Cuando esta memoria fué escrita, el Salado marcaba el limbo exterior de la provincia de Buenos Aires, sin que le sirviese de barrera contra los bárbaros, que penetraban hasta los arrabales de la ciudad; y por consiguiente otra causa de este atraso era la inseguridad de la campaña, que el Gobierno no se ocupaba de amparar, por mas que se formasen planos de defensa. Los indios aprovechaban esta indolencia, y talaban los campos para suplir

La pequeña ciudad de Zug inspira muy pocas simpatías al viajero que se acerca á su puerto al traves del lago. Es un poblachon de poco mas de 3,300 habitantes, sin gracia ninguna y con un aire de vejez vulgar, de indolencia y tristeza, que no coincide en nada con lo que se espera de la capital de una república democrática.

¡Mírala! ¡mírala! exclama de repente agitando su sombrero. Ese brillante carruaje tirado por dos caballos es la carroza de gala de los Felshammer, que Martín se hizo fabricar expresamente para sus bodas. En el fondo de él, la figura blanca que se apoya en uno de los lados con indolencia, mirando a su alrededor con seriedad, es ella, «la mujer del rico Felshammer», como se susurra al verla pasar.

Ya sabía yo que no me amábais dijo la reina levantándose y mirando al rey con cólera. Pero señor, ¿cuándo descansaré yo? exclamó el rey dejándose caer en el respaldo del sillón. Cuando arrojes de ti esa indolencia que te domina dijo con dulzura la reina ; cuando pienses que un rey no sirve á Dios solo rezando, sino mirando por la prosperidad, por el bienestar y por el honor de sus vasallos.

Siempre que podía, recriminaba a su hermano por su indolencia, de dejar así todo en manos de aquel advenedizo; poco a poco, le había cobrado desconfianza y no le perdía de vista; cuando salía, de buena gana le hubiera registrado los bolsillos, para ver si se llevaba algo.

Para que el hombre se eleve, para que exista el progreso es necesario que prescindamos de ese respeto exagerado á la costumbre, que no temamos crearnos necesidades. Las necesidades son acicates que sacuden nuestra indolencia.

Como te veo pálida estos días... Bien puedes creerlo, Santos, yo tengo mucha mejor idea de tu esplendidez que la mayoría del pueblo... No conocéis bien a D. Santos, les digo muchas veces a los que sostienen que a te duele gastar el dinero. Si D. Santos no gasta, no obsequia a sus amigos, no es por avaricia, sino por indolencia, porque no se le presenta ocasión.

Además de mi apatía e indolencia, exagerada un tanto por mis convecinos los luzarenses para presentarme como un tipo estrambótico, soy un sentimental y un contemplativo. Me gusta mirar, tengo la avidez en los ojos; me quedaría contemplando horas y horas el pasar una nube o el correr una fuente.

Volvemos á repetir que Manila, ó mejor dicho la nueva Manila, que la forma la inmensa población que se ha creado fuera de los fosos, podía ser una segunda Venecia, no lo es, no por falta de deseos, no por falta de conocerlo, sino porque se opone hoy por hoy la tradición de la costumbre, la indolencia que crea el suelo, la manera de ser de la localidad y los cuantiosos caudales que habían de gastarse en la limpieza, arreglo y conservación de los muchos esteros que serpentean por Binondo, Quiapo y Tondo.

Palabra del Dia

aprietes

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