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Actualizado: 10 de junio de 2025


Pero al través de la admiración que sentía, de ese éxtasis consolador, y de su fe tan reconfortante, un sentimiento de secreta angustia le oprimía el corazón al pensar que jamás palabra alguna habría podido expresar a aquella de las dos criaturas que vivía aún, el ímpetu de devoción hacia su persona, la necesidad de inclinarse ante ella que lo dominaban.

Juan da media vuelta rápidamente y se pone a retorcerse el mostacho; espera salir de tan comprometida situación adoptando aires de conquistador, pero ni siquiera tiene valor para inclinarse hacia la joven.

El miedo no raciocina nunca, y el que sintió el tío Frasquito impidióle comprender que la borlita del gorro se había inflamado en la palmatoria al inclinarse para recoger en el suelo el malhadado libro... Perdió, pues, del todo la cabeza el pobre viejo, lanzóse al timbre eléctrico, corrió luego a la puerta pidiendo socorro, y aporreando después la de Jacobo, gritó de nuevo: Au secours!... Au secours!...

Los Borbones dijo la señorita de Porhoet, metiendo repetidas veces su aguja de tejer en su rubia peluca los Borbones son de buena nobleza, pero tomando repentinamente un aire modesto hay mejores añadió. Por lo demás, es imposible no inclinarse ante esta vieja niña, tan augusta, que lleva con una dignidad sin igual la triple y pesada majestad del nacimiento, de la edad y de la desgracia.

Su inteligencia lúcida había penetrado en todos los secretos del juego de prendas y sabía sacar de cada uno el partido posible, extraer todo su jugo, según pedían las circunstancias. Por ejemplo, cuando una señorita debía contentarle, quedaba sordo instantáneamente. La joven se veía obligada a inclinarse más y más, hasta que sus labios de carmín rozaban la oreja del capitán.

Los semidioses de Homero volvieron aquella noche a pisar el planeta, y el pendenciero troyano y el astuto griego lucharon entre el viento, y los inmensos pinos del cañón parecían inclinarse ante la cólera del hijo de Peleo.

Ciertamente, no dudaba de él, pero temía a la condesa. Si su voluntad, fortalecida con sus derechos de madre, se elevaba como una barrera entre los dos y no podían romperla, ¿no tendrían que inclinarse el uno y el otro? Y en su abnegación de mujer amante, pensaba, olvidando su propio sufrimiento. ¡Pobre Raúl! Al menos él no se quedará solo. Pero, ¿y ella? ¿Le iba a faltar todo a la vez?

Vaya, no puedes quejarte... Pero, ¿qué tienes? ¿Te vas a poner mala por un hombre a quien ves todos los días? Judit no oía estas palabras; era demasiado feliz. Arturo acababa de inclinarse hacia ella y le dirigía un saludo, con grande escándalo del dorado palco en que se encontraba.

El pastor se metía osadamente por la abertura, no sin pronunciar alguna fórmula mágica ó sin tocar algún amuleto, y después de haber andado largo tiempo obscuro camino, se encontraba de repente bajo una bóveda de cristal y diamante; erguíanse alrededor estátuas de oro y plata profusamente adornadas con rubíes, topacios y zafiros; bastaba con inclinarse para recoger tesoros.

No había mas que inclinarse sobre la serpiente muerta y decirle en voz baja: «No eres víbora, que eres grilloInmediatamente el veneno perdía su poder ponzoñoso dentro del cuerpo de la víctima. ¿Nada más? preguntó Morales con visible decepción . ¿Eso es todo? Eso era todo. Pero las palabras había que decirlas en guaraní.

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