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Actualizado: 3 de mayo de 2025
La impresión que estos letargos dejan suele ser más honda que la que nos queda de muchos fenómenos externos y apreciados por los sentidos.
No lo sé, querido primo; lo que he dicho no es más que una impresión. Nunca he sabido cómo se conducía el señor de Sorege en la vida sino por lo que contaba mi hermano, y éste no podía hablar con libertad delante de mí. Mi impresión, pues, no se ha confirmado por hecho alguno, pero se ha fijado muy clara en mi mente y ha permanecido en ella.
El olor tampoco nos cuesta trabajo considerarle como una sensacion dimanada de la accion de los efluvios de un cuerpo sobre el órgano del olfato; así como el sonido dejamos de considerarle cual una cosa inherente al cuerpo sonoro, y no vemos en él mas que la impresion causada en el sentido por la vibracion del aire, conmovido á su vez por la vibracion del cuerpo sonoro.
Una de las diferencias notables entre el acónito y la belladona, recomendada infundadamente en los síntomas prodrómicos de las fiebres, consiste en que el acónito por su impresion inicial mas fija sobre el sistema nervioso ganglionar, es mas apto para combatir los prodromos que la belladona, cuya accion sobre el encéfalo es mas directa: bajo este punto de vista, la ipecacuana y el arsénico son igualmente preferibles.
La primera impresión, al llegar Lúzaro, fué un gran asombro, al ver lo insignificante de los muelles, de la ciudad, del río. ¡Me parecía tan pequeño, tan desierto, tan triste! Me había figurado grande la entrada del puerto; hermoso, el río; anchos, los muelles, y al verlos quedé asombrado; me parecieron de juguete. No vale la pena de vivir aquí me dije al llegar.
La más grande y lozana se la dió á la joven, y ella la aceptó sonriendo, como algo que le correspondía indiscutiblemente. Su compañera, una vez pasada la primera impresión del regalo, mostró impaciencia por alejarse de este desconocido. «¡Gracias... gracias!» Y empujó á la otra, que aún no había terminado su sonrisa, marchándose las dos precipitadamente.
La acristalaban multitud de pequeños vidrios de colores y de una misión arquitectónica puramente estética; mirada desde fuera, era grata a la vista; pero causaba una impresión turbadora y extraña mirada desde dentro.
Yo entonces tenía doce años apenas y sin embargo la impresión de esas cartas no se me borrará nunca. Los dos me contagiaron la pasión que sentían, me hicieron comprender lo que era el amor. ¿Y te enamoraste de alguien, también? Carmen suspiró, con una sonrisa de pena y casi de reproche para Adriana. No, no encontré de quién.
Inspirábanle respeto los imponentes criados, ceremoniosos e impasibles, como si estuvieran habituados a los hechos más extraordinarios y no pudiera asombrarles nada de su señora. Se avergonzaba de su traje y sus maneras, adivinando el rudo contraste entre aquel ambiente y su aspecto. Pero esta primera impresión de miedo y encogimiento se desvaneció poco a poco.
No debía dormir; no quería dormir; lo ordenaba su voluntad... Y media hora después dormía profundamente, sin saber en qué momento se había dejado rodar por las blandas laderas del sueño. Despertó de pronto, como si le hubiesen asestado un mazazo en el cráneo. Los oídos le zumbaban... Era la brusca impresión del que se duerme sin deseo de dormir y se siente sacudido por la inquietud resucitadora.
Palabra del Dia
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