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Actualizado: 6 de julio de 2025


He cumplido con mi deber en las filas, y nada más hasta ahora; pero su merced no se impaciente, porque aunque no soy más que soldado, espero lucirme. ¡Nada más que soldado! dijo la Condesa . no eres soldado, aunque así parezca.

Impaciente ya, resolvió don Pedro la marcha antes de que pasase la inclemencia del invierno, a fines de un marzo muy esquivo y desapacible.

La duquesa de Bara habíale ya avisado con su doncella que le estaba aguardando, para ir juntas al palacio Basilewsky, y Currita, nerviosa e impaciente, preguntaba sin cesar a Kate si el señor marqués no había vuelto. No, señora respondió la doncella. Pero ¿a qué hora salió?... ¿Cómo ha madrugado tanto? Si no ha salido... ¿Pues cómo es eso? Porque desde anoche no ha vuelto. ¡Ya! exclamó Currita.

Como no hay mala ventura que no tenga término, la nave Argo logró casi vencer los obstáculos todos y se encontró al final del estrecho y muy próxima a lanzarse en la amplitud del Atlántico. Larga y profunda calma tuvo, sin embargo, parada la nave e impaciente su tripulación durante muchas horas. Pero, no hay mal que por bien no venga.

Cuando salía, contestaba distraído, impaciente: No , no tengo nada, ¡déjenme en paz!

Descorazonado e impaciente, consideraba que sus economías valían bien un rayo de luz, y sólo dijo: «Hágase lo que ustedes quieran». Por la noche, Milagros fue a acompañar a su correligionaria en trapos. Esta, como no se habían visto desde la semana anterior, creía resuelto ya el problema financiero que puso a la marquesa tan angustiada en los últimos días de Junio. Francamente, yo también lo creí.

Pero su gozo era impaciente. ¿Cuándo pensaba Fermín ver a Mariquita? Hombre, iré mañana. En el escritorio estamos muy atareados en la liquidación de fin de año. Las cuentas de los ingleses me dan mucho quehacer. El mocetón hizo un gesto de contrariedad. ¡Mañana!... Una noche más de no dormir, de llorar su desgracia, de incertidumbre cruel no sabiendo si debía esperar algo.

Brillaba con tanta evidencia la curiosidad amable en sus lindos ojos, que Charito, impaciente, la abordó con un tema trivial, el primero que se le ocurrió. Julio, como distraído por una preocupación, volvió a despedirse.

Ella seguía, como siempre, echándome miradas de reojo; pero ¿que significaban esas miradas? ¿eran un reproche, un llamamiento, o simplemente el placer de verse admirada? No podía adivinarlo. En fin, a mi tercera o cuarta, he aquí lo que sucedió. Serían las doce del día apenas, y hacía un calor atroz; y yo, aburrido e impaciente, parto para Krakowitz.

Un hombre de bien merece, indudablemente, ser dichoso; pero no siempre tiene el derecho de lamentarse porque no lo es todavía. Es cuestión de tiempo, del instante, de oportunidad. Hay muchas maneras de sufrir: unos sufren por error, otros por impaciencia. Perdóneme un desplante de modestia. Yo quizás soy tan sólo un poco impaciente. ¿Impaciente? ¿y de qué? ¿Se puede saber?

Palabra del Dia

buque

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