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Actualizado: 11 de junio de 2025


Mientras no salió de manos de vagabundos mimos y de frívolos clérigos, que los imitaron, no abandonó su carácter licencioso, ni dejó de contribuir á la profanación de fin tan santo, por cuya razón obligó á menudo á la Iglesia á dirigir contra él sus censuras.

Muchos de los que estaban de pie en las aceras les imitaron, creyendo vengarse así de su pobreza, que les había obligado a permanecer toda una tarde fuera de la plaza con la esperanza de ver algo. La noticia del fracaso de Gallardo había circulado entre ellos, y le insultaban, contentos de humillar a un hombre que ganaba enormes riquezas. Esta protesta sacó al espada de su resignado mutismo.

No es, pues, aventurado que hagamos extensivo á los más antiguos cantores, ó predecesores de los joglares, que después imitaron en España la poesía de los trovadores, lo que antes indicamos acerca de aquéllos. Quizá ya en el tiempo de los héroes, que celebraban, resonaron los romances de Mudarra y de Bernardo del Carpio.

Indudablemente lord Gray estaba loco. Yo no pude menos de reír oyéndole, en lo cual me imitaron los pilletes a quienes se dirigía, y pensé que las ideas expresadas por él eran frecuentes entre los extranjeros que venían a España. Si eran exactas o no, mis lectores lo sabrán. Amigo me dijo el lord uno de los placeres más halagüeños de mi vida es pasar largas horas entre las ruinas.

El mayorazguito continuó en voz baja el Avemaría que había empezado en alta voz, y todos los de nuestra fila le imitaron, como si aquello en vez de escuadrón fuera un coro de religioso rezo, y lo más extraño fué que Santorcaz, poniéndose pálido, cerrando los ojos, y quitándose el sombrero con humilde gesto, dijo también «Santa María...»

Debemos á Broussais el uso de esta sustancia como medicamento, ó, por mejor decir, á él debemos el rehabilitar su uso, porque Sethi, médico griego, le administró ya en el siglo XII contra las palpitaciones, y otros varios le imitaron antes de la escuela de Val-de-Grâce. § II. Efectos fisiológicos.

Ya en el tomo anterior hicimos mención de la mayor parte de los escritores, que se enriquecieron con ellas allende los Pirineos; pero hay además otros muchos que los imitaron, pudiendo sostenerse, sin incurrir en exageración, que son pocos los dramáticos franceses del siglo XVII, que no han beneficiado tan abundante vena.

El entusiasmo de los oyentes rayó en delirio. Isagani abrazó á Sandoval, los otros le imitaron; se hablaba de patria, de union, de fraternidad, de fidelidad; los filipinos decían que si no hubiese más que Sandovales en España, todos serían Sandovales en Filipinas; Sandoval tenía los ojos brillantes y se podía creer que si en aquel momento le hubiesen arrojado un guante cualquiera, habría montado sobre cualquier caballo para hacerse matar por Filipinas.

Por último, no pudiendo ya contenerse, se levantó para salir; todos la imitaron, y hubo unos instantes de confusión mientras se despedían; merced a ella Miguel se acercó disimuladamente a su hermana, y, sin saber cómo, sin mirarse siquiera, sus manos se encontraron y se dieron un apretón furtivo y apasionado.

Leemos, pues, en la obra tantas veces citada de Al-Makkari, copiando al historiador Ar-razi, que los conquistadores de Andalucía imitaron la conducta de los generales musulmanes que habian tomado á Damasco, y que lo mismo que estos habian dividido con los Cristianos de Siria el templo principal de dicha ciudad, dividieron ellos con los Cordobeses el templo principal de Córdoba, sobre el cual andando el tiempo construyó Abde-r-rahman la gran mezquita.

Palabra del Dia

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