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Actualizado: 1 de junio de 2025


Hablan quedo; un hombre cuya juventud vibra en su andar firme y erguido, da sus últimas instrucciones en voz baja y va a perderse en la sombra de un portal, frente al balcón que devora con los ojos. Lo imito y observo.

Qué alma de artista murmuré in petto; y después, armándome de valor, me atreví a hablarles de mis estudios sobre las solteronas. Francisca aprovechó la ocasión para lanzar gritos de horror, que Petra imitó a la sordina. Envalentonada por la mirada de aprobación de Genoveva, conté mis descubrimientos sobre el origen de las solteronas y les dije que en los pueblos polígamos no las había.

Y Edwin Gillespie, como si temiera quedarse solo, obedeciendo á una voluntad superior y misteriosa que le empujaba con fuerza irresistible, imitó á Ra-Ra, lanzándose también de cabeza en el mar. Donde el Hombre-Montaña deja de ser gigante y da por terminado su viaje Se vió envuelto en pegajosa obscuridad. Una fuerza voraz tiraba de él, absorbiéndole.

La niña estuvo tres veces para llorar y otras tantas para reír: al fin se decidió por lo último, hallando muy gracioso, aunque demasiadamente húmedo, el chiste de su hermanito. Para recompensar su tolerancia, éste tornó a hacer el gato con más voluntad aún y maestría. Después imitó al perro y al burro menos que medianamente.

»Lo que más admiro y admiré en este raro ingenio, fué que á ninguno imitó. Nació para maestro, y no discípulo; rompió senda nueva al Parnaso; sin guía escaló su cumbre: ésta es para la más justa admiración, porque bien saben los eruditos que han sido rarísimos en los siglos los inventores.

Imitó el peinado de su general, con la raya de la frente á la nuca, mechones en las sienes alisados hacia adelante y bigotes unidos con las patillas, á la rusa.

Te lo confesaré todo: cuando Petronila me deja sola, incurro en una puerilidad que no decidir si es inocente o viciosa. Sólo que es acto meramente contemplativo; que es desinteresada admiración de la belleza; No es grosería sensual, sino platonismo estético lo que hago. Imito a Narciso; y sobre el haz fría del espejo aplico los labios y beso mi imagen.

Por fin, entregando la espuela, para que fuera colocada otra vez en el sepulcro, terminó de este modo: Vuelve a descansar con los huesos de tu dueño, reliquia de la vieja honra cristiana, mientras nosotros rezamos una oración por el alma desconocida, que seguirás ennobleciendo en la muerte. Quitose el sombrero, e inclinando la cabeza, musitó una plegaria. Ramiro le imitó.

El secretario pidió un sorbete; su acompañado, ignorando lo que aquello sería, pidió otro. Sirviéronles los sorbetes. El de Madrid descogolló el suyo de un bocado, con la mayor limpieza imaginable; el aldeano, que desde que vió llegar los refrescos vacilaba en el modo de acometerlos, imitó á su compañero, ¡en mal hora para el desdichado!

Más de uno comía del mendrugo que hurtaba su paje, y suspiraba con digna tristeza, bajo la capa, al aspirar, de paso, el sabroso calor de las pastelerías. El estudiante imitó, para vivir, los ardides perrunos. Sus piernas de lebrel eran el terror del comercio. Fue entonces el glorioso tiempo de la olla común. Los conventos se hincharon de monjes; sus porterías, de sopistas.

Palabra del Dia

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