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Veo que usted me conoce y se hace cargo de mis invenciones continuó él . Ya comprenderá que el buque que imagino sería invencible, lo mismo atacando que defendiendo.

Pero él, bondadoso, agradecido, con notable afecto hacia , porque yo no puedo ni quiero quejarme de su tibieza ni de su egoísmo, siempre me consideró como a una buena mujer, aunque harto ligera, y ese amor verdadero, ese apretado lazo de unión completa e indisoluble entre dos corazones humanos, jamás imaginó que pudiera enlazar su corazón con el mío.

Las procesiones de Semana Santa empiezan el miércoles y terminan el sábado. Yo, pues, las he visto en mi niñez en otra población donde son muy parecidas a las de Villalegre, conservo de ellas el más poético recuerdo, por donde imagino que las personas que las censuran carecen de facultades estéticas o las tienen embotadas.

Creyó que lo que ganaba era de él; se imaginó haber descubierto el secreto mencionado por Novoa y que iba á conseguir aquellas fabulosas ganancias calculadas tantas veces cuando escribía docenas y docenas de ceros sobre un papel. ¡Qué noche! ¡Y no estar allí su amigo el sabio, para que presenciase su triunfo!... Lubimoff su retiró de la mesa.

Ella sabe hasta qué punto sufro, y no le importa. Cuando considero lo que me ha hecho pasar, la imagino de una maldad que no se concibe mayor. ¡Y sin embargo, a veces, su cara distraída tiene una expresión tan buena! La duda de cómo es ella, realmente, me enloquece tanto como la duda de su amor. ¿Quieres que te explique lo que pienso? dijo Julio con cierta gravedad.

De Goethe se dice que antes de cumplir los ocho años escribía en alemán, en francés, en italiano, en latín y en griego, y pensaba tanto en las cosas de la religión que imaginó un gran «Dios de la naturaleza», y le encendía hogares en señal de adoración. Con el mismo afán estudiaba la música y el dibujo, y toda especie de ciencias.

Pero, como las figuras geométricas se someten á la vista y á la imaginacion, me valdré de una de estas, y si es posible de ambas, para representarme aquello que quiero concebir. Trazada la figura en el encerado, ó en la imaginacion, veo ó imagino una circunferencia; pero ¿esto me basta para comprender bien su naturaleza? No.

A mis preguntas Hervieu ha respondido con un ambagioso alzamiento de hombros; probablemente ni él mismo lo sabe: al principio imaginó novelas, y escribió novelas; luego quiso escribir para el teatro, y nada le impidió llevar adelante su propósito; en los caracteres ordenados y tenaces como el suyo, la inspiración es siempre esclava dócil de la voluntad.

Además dijo la señora d'Ornay, joven casada hacía pocos meses, me imagino que usted no ha leído todo lo de Platel: escribe poco para las señoritas. Diana no habla sino por lo que se dice respondió María Teresa; sus críticas se refieren a los juicios de los inteligentes y en tales asuntos las opiniones son diversas.

Pues todo queda arreglado. Lee. Sacó del bolsillo una carta y me la dio. Principié a leerla. A cada palabra, una falta de ortografía. No dejé de sonreirme. ¿De qué te ríes muchacho? ¡Ah! Ya me lo imagino.... De los disparates de Castro. Pues no te rías. Castro Pérez es un hombre muy instruido. Lo será; pero no sabe una palabra de.... ¡Hijo! ¡Defectos de la educación antigua!