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Egloga interlocutoria, graciosa y por gentil estilo nuevamente trovada por Diego de Avila, dirigida al mui ilustrísimo gran capitan, sin fecha ni lugar de impresionEl canto de Caliope prueba que Cervantes conocía y apreciaba el mérito de Torres Naharro.

Por el mes de octubre del año próximo pasado de 1784, al tiempo que el ilustrísimo señor don Fray Luis de Velasco, obispo de esa ciudad del Paraguay, visitaba los pueblos de su diócesis, estando en el de Corpus bajaron los indios Guayanás cristianos a confirmarse en aquel pueblo.

Este escrito suministra el siguiente catálogo de los dramáticos más célebres de aquel tiempo: El licenciado Pedro Díaz, jurisconsulto, que fué de los primeros que pusieron las comedias en estilo; el licenciado Cepeda; el licenciado Poyo, sacerdote; el licenciado Berrio, insigne letrado y tan conocido de los Consejos del Rey nuestro Señor, el licenciado D. Francisco de la Cueva, tan docto y tan celebrado coma sabemos de todos los ingenios de España; el licenciado Miguel Sánchez, secretario del Ilustrísimo de Cuenca; el maestro Valdivieso, capellán del Ilustrísimo de Toledo y cura de Santorcaz; el Dr.

Aquel olvido, su propia conveniencia y las exhortaciones del Padre Gracián, que había puesto en tal unión empeño particular, labraron el propósito del ilustrísimo D. Juan Bragas, y una mañanita de Julio se levantó con la cabeza fresca y dijo frotándose las manos: «Boda tenemos; esto es hecho».

Cristóbal Fiol, Chantre de la Iglesia Catedral de esta Ciudad y Vicario General y Oficial de esta Diócesis por el Ilustrísimo Señor D. Pedro de Alagón, Arzobispo Obispo de Mallorca. Digo pues, que hallo una sola falta; y está ya en el título de la obra, que había de ser: La Fe Triunfante, y Corona de su Autor.

En la visita que a fines del año pasado de 1784 practicó el Ilustrísimo Señor Obispo de esa ciudad en los pueblos de su distrito, y que en toda ella acompañé a Su Señoría Ilustrísima, me impuse bastante en este punto, pues, aunque no lo ignoraba, no me constaba con tanta certeza.

De aquí se partió otra vez á Cádiz sin querer recibir ninguno de los riquísimos presentes que el ilustrísimo señor Levanto le ofrecía, en agradecimiento de lo mucho que había cooperado con los ministros de la república de Holanda para que su ilustrísima fuese restituído á su libertad.

Aunque era don Cayetano canónigo y tenía nada menos que la dignidad de arcipreste, que le valía el honor de sentarse en el coro a la derecha del Obispo, considerábase él digno de respeto y aun de admiración no por estos vulgares títulos, ni por la cruz que le hacía ilustrísimo, sino por el don inapreciable de poeta bucólico y epigramático. Sus dioses eran Garcilaso y Marcial, su ilustre paisano.

Así salieron, sin más remedio, de las cárceles el martes por la mañana, por angosto paso que apenas podían abrir en las calles entre innumerable gentío, las compañías de los Soldados, que con alta providencia envió para este fin el Ilustrísimo Señor Virrey Marqués de la Casta.

Añadióse a la celebridad del auditorio en la Iglesia, al lado del Ilustrísimo Señor Virrey, la benigna y grata asistencia del Excelentísimo Señor Marqués de Leganés, que hallándose aquí de paso para el gobierno de Milán se dignó autorizar el Auto en lo más lucido de su nobilísima comitiva.