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Actualizado: 10 de junio de 2025
Yo te aseguro que estos refranes te han de llevar un día a la horca; por ellos te han de quitar el gobierno tus vasallos, o ha de haber entre ellos comunidades. Dime, ¿dónde los hallas, ignorante, o cómo los aplicas, mentecato, que para decir yo uno y aplicarle bien, sudo y trabajo como si cavase?
Además, sin ser ignorante ni cándida, tampoco resultaba sosa ni simplona: no creía que los niños se encargan a París, pero el altar de su pureza no había recibido ofrendas, y, su misma reflexiva castidad le daba conciencia del valor de lo que podía perder.
A lo cual respondió Merlín: -El Diablo, amigo Sancho, es un ignorante y un grandísimo bellaco: yo le envié en busca de vuestro amo, pero no con recado de Montesinos, sino mío, porque Montesinos se está en su cueva entendiendo, o, por mejor decir, esperando su desencanto, que aún le falta la cola por desollar.
Ignorante, fatuo, grosero, petardista con frecuencia, charlatán hasta causar jaquecas, se le ve en todas partes fastidiando á cuantos tienen la candidez de admitirle su compañía. Una excepción en esa regla es un prodigio. Entre mas de cuarenta conocí en España uno soportable.
¡Cuántos hombres de Estado aceptarían resueltamente las doctrinas liberales, si escuchasen las conversaciones de la muchedumbre ignorante pero certera en sus instintos! Ella ve que el gobierno es todo, lo abarca todo y lo hace todo ó lo prohibe.
Su falta de carácter y de ambición rayaban en el idiotismo. Encerrado en las cuadras desde su infancia, ignorante de toda travesura, de toda contrariedad, de todo placer, de toda pena, aquel joven, que ya había nacido dispuesto a ser máquina, se convirtió poco a poco en la herramienta más grosera.
Ahora debes poner más claveles apuntó Ricardo con la osadía del ignorante.
Su afán de saber se despertó como nunca, comparándose con el Padre y notando cuán ignorante ella era: y, aunque el Padre no hacía ostentación de su ciencia, ella le excitaba a que hablase, con mil preguntas, a las que el Padre, por más que por modestia lo repugnara, tenía al fin que responder.
Sí, Padre; hay algo que les obliga, y ese algo es el mismo gobierno, son ustedes mismos que se burlan sin compasion del indio no instruido y le niegan sus derechos, fundándose en que es ignorante. ¡Ustedes le desnudan y luego se burlan de sus vergüenzas! El P. Fernandez no contestó; siguió paseándose pero febrilmente, como muy excitado.
«¿Quieres saber lo que es eso, tonta? le preguntó Miquis . Vamos, veo que eres un pozo de ignorancia. No sé más que leer y escribir; deseo aprender algo más, porque sería muy triste para mí encontrarme dentro de algún tiempo tan ignorante como ahora. Enséñame tú. Yo me pongo a pensar que será esto de morirse. Pues el nacer también...
Palabra del Dia
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