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Actualizado: 15 de junio de 2025


Este traje, que era lo más lujoso y bello que la huérfana poseía, tenía la forma y los colores más en moda en aquella época: cuerpo de terciopelo negro con prolijos dibujos de pasamanería, y guardapiés de seda pajizo, adornado con una gran franja, como de á tercia, de encaje negro.

Alteróse el rostro de la vizcondesa, que interrogó a Beatriz con mirada inquieta. , pero me parece que ni pensarás siquiera... díjole con emoción a la huérfana su seductora amiga.

Quedé huérfana, y atenida al miserable salario y a las angustiadas mercedes que a las tales criadas se suele dar en palacio; y, en este tiempo, sin que diese yo ocasión a ello, se enamoró de mi un escudero de casa, hombre ya en días, barbudo y apersonado, y, sobre todo, hidalgo como el rey, porque era montañés.

Un objeto digno se ofreció al fin a sus ojos, y doña Luz le consagró al punto todo su amor. Cada día, cada hora que pasaba, afirmaba más a doña Luz en la creencia de que don Jaime lo merecía. El mismo amor de D. Jaime, la decisión con que le había ofrecido su mano, a ella, desvalida, huérfana y pobre, era la garantía mejor y más segura.

Una parienta, la señorita de Sardonne. Una pobre huérfana que mi tía ha recogido. Nunca me habías hablado de ella. No... phs... es posible... No ha habido ocasión... ¿Te parece bonita? Interesante. ... ¿no es verdad?... pobrecilla... He aquí tu instalación, he aquí tu celda, amigo Fabrice.

Y volviéndose á punto á los bizarros, que en su socorro desalados llegan, Sin su valor les dice en este dia de Rey quedára mi Granada huérfana. La vida le debí: llegárais tarde si ántes él no acudiera á mi defensa.

Y por mi parte, seguro estoy de que no te opondrás á mi resolución, que no tiene más objeto que tu felicidad. Pero si yo no quiero que haga usted mi felicidad dijo Clara más inquieta. Pues entonces, ¿quién la va á hacer? Huérfana, sola en el mundo, rodeada de enemigos y de malvados, sin que haya nadie que se interese por ti....

Empeñada en los amores de D. Lope, y éste, ausente con el Emperador en la jornada de Alemania, vivía huérfana, lejos de los palacios de Granada, alegrando con su presencia los cansados ojos del anciano Gerif.

, lo reconozco, me pagabas con usura; pero ahora vas a tener marido; pronto, quizá, tendrás hijos, y toda tu alma será para ellos. Esta pobre huérfana, sola en el mundo, quedará abandonada y sin un alma que la comprenda y que la ame.

El rey, que era sumamente devoto, estaba encantado con su confesor, que pasaba con él largas horas hablando de cosas místicas, y con un misticismo tal, que aventajaba al del rey. Porque el alma del padre Aliaga estaba huérfana, sola y desterrada, y buscaba consuelos en la dulzura de la religión de Jesús.

Palabra del Dia

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